3 sept 2011

My Murder: Capítulo 10

"¡Cielo. ayúdanos ahora! Viene estrellándose. Escucharemos el sonido, mientras caes"
(My Chemical Romance)

Después volvimos a cambiar de lugar.



Era un espacio extraño, todo estaba blanco, como si una densa neblina lo cubriera todo por completo. Me sentía mejor, me sentía segura.
Sonreí.
Olía a rosas… No, a violetas… no, creo que eran orquídeas…
Ay, realmente no sé lo que mi nariz percibía, pero todo era delicioso.
Comencé a divisar un camino de piedras debajo de nosotras, que seguía adelante entre la neblina limpia.



¿Nubes? ¿He llegado al Cielo, acaso?
Nunca creí en el Cielo, el Infierno ni el Purgatorio después de la muerte.
La niña me jaló de la mano y andamos siguiendo aquél caminito diminuto.
Comenzaban a pasar personas vestidas como civiles, como si estuviera en otra ciudad muy diferente al pueblito donde vivía. Mientras cada una de esas personas pasa a mi lado, las que me miran, me sonríen amables. Algunas llevan libros, otras platican entre sí, ríen a carcajadas, mientras la pequeña de vestido azul y yo seguimos el camino empedrado.


Comienzo a sentir el júbilo de los demás con solo mirarlos sonrientes y me hacen querer reír también, me hacen incluso querer bailar aunque no sepa hacerlo.
Mis pies descalzos siguen andando sin importar si se ensucian o no.

Un momento después ya me encontraba saltando, y gritando y riendo como una loca.

¡Todo esto era emocionante! ¡Me sentía alegre, llena de energía! ¡Era Increíble, enserio!

Una linda melodía comenzó a sonar en mi cabeza. Y la tarareo…


-Bien, Scarlet. Qué bueno que comiences a familiarizarte con la felicidad de este lugar.—la pequeña se detuvo ante una gran puerta de rejas de oro.
-Sí… sí. Estoy mejor. No sé cómo sucedió, pero lo estoy. ¿Dónde nos encontramos ahora?—pero otra cosa llenó mis pensamientos, así que pregunté después:--Dime algo..
-¿Sí?
-¿Cuál es tu nombre pequeña?
-Scarlet.
-¿Igual que yo?—pregunté y después solté una risita, enserio sentía ganas incluso de volar.
-Sí, sí…
-¿Dónde estamos?—repetí


Y antes de que ella pudiera responderme, un hombre de cabellos rubios y ojos azules estaba ante nosotras.
-¡Ah, qué bueno que han llegado ya!—me abrazó—Scarlet… qué linda te vez hoy, el tono rojizo entre tus brazos te queda de maravilla—bromeó haciendo que me ruborizara. Intenté por segunda ocasión cubrirme—No te preocupes. Nadie toma enserio las cicatrices que algunas muertes causan—dijo esto con naturalidad
-¿Qué hago aquí?
-Bien, hola. Me llamo Robert. Bob para los amigos—guiñó un ojo—Estás aquí para que tu tarea de… espíritu, o fantasma, o alma o… ángel, como quieras llamarte, te sea asignada de forma oficial.
-¿Mi tarea?
-Es sobre Frank—me susurró la pequeña… Scarlet.
-Bien. No sé de qué se trata pero obedeceré… no tengo nada que perder.
-¡Así me gusta, Scar!—dijo Bob.
-¿Eres una clase de ángel?—pregunté
-Sí, algo así.
Ahora me sentía muy optimista, no interesaba lo que me hubiera sucedido, o lo que Frank hubiera cometido. Estaba segura que no era un muchacho perverso. No era malo… claro que no.



Ya no me molestaba tanto haber fallecido.
Tal vez era eso que llaman Destino.
Quizá era ya mi destino morir para hacer recapacitar a Frank sobre algo…

Estoy casi segura que sí, mi destino ya había sido trazado completito, diciendo que mi corazón debía detenerse para mejorar las cosas.
Pero ¿cómo podré ayudarle?


Bob me tomó de la mano y me sacó de ese lugar lleno de nubes, dejando a la pequeña Scar de vestido azul ahí con la mano derecha despidiéndose de mí. Respondí de igual manera.

-Te mostraré lo que puedes hacer siendo un, ¿cómo es que siempre te llamas a ti misma? ¿Un Simple fantasma?—dijo haciendo énfasis en la palabra “Simple”
-Ajá
-Aunque, de simple no tienes nada, Scarlet—dijo serio—Serás un heroína, pequeña—me dijo esperanzado.
-¿Qué quieres decir?
Sonrió y corrió muy rápido, tomó mi mano de nuevo haciéndome correr a su velocidad también.
Tiempo después solo movíamos los pies sobre el aire.
-¡Ah!—grité al darme cuenta que flotábamos sobre el pequeño pueblo donde me crié.
-No te preocupes, Scar—sonrió confianzudo una vez más--¿Acaso tienes miedo de… morir de nuevo?—soltó una carcajada
Cierto… ¿por qué no pensé en ello?
-¿Se puede morir dos veces, acaso?—dije siguiendo con el chiste.
-Compruébalo tú misma
Me hizo mirar de nuevo hacia abajo.


Nos detuvimos sobre una solida nube a descansar un poco.
-¿Quién eres, Bob?—me atreví a preguntar.
-Oh… Pues. Soy ese ángel, como tú dices, que junta a las almas gemelas—me contestó orgulloso. Aunque, de todo eso, lo único que entendí de forma concreta fue “´Soy ese ángel”
-Perdón, pero no comprendo, Bob.
¿Almas gemelas? ¿Acaso es….?
Suspiró y abrió más esos azules ojos que poseía.
-Sí, almas gemelas. ¿No sabes qué son?
-Lo lamento, pero no—dije ruborizándome, aunque no sé si estando muerta podía sucederme eso.
-Bien, te explico—hizo una pausa--¿Alguna vez te preguntaste porque muchas parejas humanas que están juntas por largos años se ven tan perfectas? Así como tus padres…
-Sí. Mamá y papá se veían tranquilos y prósperos unidos. Como si se completaran el uno con el otro
-Exacto. Es eso que llaman ustedes los humanos “Media Naranja”
-Oh, ya veo…
-Pues soy esa clase de espectro que los une. Mira. Antes de nacer, en ese lugar de donde vinimos, en otra oficina, las almas son una completa. Pero antes de llegar al vientre de su madre deben pasar esa alma completa por Mí oficina y ahí yo las separo. Es una de tantas pruebas que el ser humano debe superar siempre. Encontrar su otra mitad. Algunos lo logran antes de… fallecer—dijo esto último mirándome con lástima—Pero otros no…
-Oh. Entonces… eres al que llamamos Cupido.
-Exacto. ¿Ya está todo claro?
-Algo—ese pensamiento me estaba matando, decidí preguntar—Entonces, ¿Frank es mi…?
-Sí. Es tu alma gemela—interrumpió--Tu otra mitad. Pudiste haberle enseñado lo mismo que estás por mostrarle antes de morir, pero las cosas en la vida de Frank se complicaron y entonces tuviste que irte…
-¿Y puedo seguir intentando para que yo pueda descansar en paz?
uh, Descansar en paz nunca estuvo en mi vocabulario. Creo que en el de ningún humano que quisiera vivir de verdad.
-Sí, para que tu alma en pena deje de vagar por la tierra humana, debes cumplir el propósito que El Jefe—fijó la mirada hacia arriba—Te asignó desde antes que nacieras. Debías enseñarle a tu chico de ojos claros que el amor podía existir en cualquier lugar. De hecho cuando lograran juntarse se darían cuenta ambos. Pero creo que solo tú lo acabas de aprender. Ahora falta él, es lo que debes hacer.
-¿Enserio?
-Sí—volvió a suspirar, esta vez se veía satisfecho—Ahora tú también debes aprender a dejar de pensar en ti. Desde que falleciste no has dejado de visitar a tus seres queridos… tú y Frank son tan iguales muchas veces…
-¿Qué quieres decir?
-Date cuenta, Scarlet—ya su voz sonaba más seria—Falleciste por su egoísmo y ahora él sufre tu muerte por tú egoísmo
Me quedé perpleja, no podía creer que alguien me estuviera llamando de esa forma.
-Lo entenderás después.
Bajamos de la nube en silencio y llegamos a la habitación de… mi alma gemela.


-Quédate aquí—me ordenó en un susurro—De nuevo escucha, ya no cuchichees mientras él reflexiona, sino cambiaras sus pensamientos y no le dejarás resolver esto bien. ¿De acuerdo?
-¿De qué hablas?
-Siempre que él comienza a reflexionar mientras habla consigo mismo—dijo algo molesto—Tú empiezas a hablar y contestar; y, no sé si ya te diste cuenta, pero tus pensamientos y los de él están, de alguna manera, conectados.
-Oh, ya veo… Está bien—dije desganada mientras observaba el lugar.

Bob se fue, dejándome a solas con un chico de ojos claros lleno de lágrimas sobre las mejillas con las rodillas en el pecho sobre su cama

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