19 dic 2011

My Murder: Capítulo 16

"Dije que me salves (sácame de una vez de aquí) ¡Salvame! (Soy demasiado jóven para morir)"
[My Chemical Romance]


Dentro del pequeño supermercado, sentí un deja vú. Ya había estado ahí, pero de nuevo la chica de cabellos rosados y faldas cortas que, el día en que morí saludó a Frank, volvió a hacer lo mismo.

-Hola, corazón—saludó como aquella vez
-Hola—respondió Frank delante de mí. De nuevo se presentaba nervioso ante ella
-¡Pero, mírate! ¡Estás todo empapado!—lo miró de abajo a arriba con los ojos bien abiertos
-Sí, mamá—bromeó, algo que me causó un ardor horrible en el pecho—Salí de casa
-Ay, pobrecito—contestó ella haciendo un puchero y acercándose a él--¿Quieres que te cuide?—Lo miró lascivamente, ocasionando que ese ardor creciera y me dieran ganas de golpearla

¿Por qué te habla así?- le pregunté a Frank en el oído. Siendo un fantasma, la única ventaja que tenía ahora era ser invisible de verdad.
-Cálmate—me pidió en voz baja
-¿Qué?—preguntó ella quien había oído a MI Frank hablando conmigo
-No, nada…
-Entonces… ¿Qué, si vienes a dormir a mi casa? Ahí no está tan frío como aquí, hermoso
-Eh… Pues, no, gracias—contestó mirándole un golpe en el pómulo izquierdo--¿Qué te pasó?—señaló el moretón
Ella suspiró

-Mario—fue lo único que dijo
-Ah, lo lamento…--también suspiró, luegk cambió de tema— Emilie, ¿Conoces a Gerard?
-¿Way?
-Am… no lo sé—miró el piso mientras goteaba su cabello—Es nuevo aquí desde hace como una semana

Una semana, exactamente el tiempo que yo llevaba sin respirar como humano
-Entonces sí. Es un lindo conmigo…--sonrió  Emilie, como si recordara algo—Siempre viene a visitarme a mi habitación, de ese lado—señaló a su izquierda detrás donde se podía observar una puerta en la pared del supermercado donde se leía ‘Solo personal autorizado’

-Ya conozco tu ‘habitación’—contestó Frank risueño, yo solo veía la escena llena de… bueno… Celos
-Pero nunca has entrado—le sonrió mirándole la entrepierna

¿Acaso es un insinuación?—dije en voz alta, Frank sí me escuchó
-Enserio, cálmate—volvió a pedirme.
-¿Qué? ¿Que me calme? –preguntó Emilie volviendo a interrumpir—Pero si sabes que te he deseado ahí dentro desde que llegaste
-18 apenas… Tú ya tienes 24, por favor, Emilie… Sabes que no voy a hacerlo—una gota de agua de su cabello cayó sobre la punta de su perfecta nariz
Emilie la secó con su dedo de en medio

-Ya déjate de insinuaciones y dame la dirección de Gerard
-Uhh, el pequeño me quiere robar a mi novio Gee—le dio un golpe quedo en las costillas con el codo, Frank frunció el ceño
-No—contestó cortante—Sólo necesito hablarle
-De acuerdo—dijo ella entornando los ojos. Miró su muñeca—Aquí está—le estiró el brazo a Frank para que pudiera también ver lo que estaba escrito en ella.
-¿Por qué lo tienes en tu muñeca?
-¿Qué? Hoy en la mañana vino y se la pedí… ¿Tiene algo de malo querer cambiar el lugar de visita?
-No… no nada.

Frank tomó una pluma que estaba enredada entre el cabello rosa de ella y apuntó en su muñeca también la dirección, luego se fue sin despedirse de Emilie.

“Punto para mí” pensé
-Puedo escucharte—me dijo Frank con voz seria—Así como tú escuchas mis pensamientos, no sé cómo, pero yo también escucho los tuyos.

Antes de salir del almacén, Emilie le dio un paraguas.

Y luego volvimos a la tormenta.
-Frank…--dije andando a su lado, ya habíamos llegado a una casa, no muy bonita
-¿qué?—se detuvo con el paraguas sobre su cabeza
-Tu… bueno... ¿a ti te gusta Emilie?—no estaba segura de comenzar la conversación sobre todo esto. Quería decirle que éramos almas gemelas, que lo quería, que estaba enamorada
  Se quedó callado mirando la puerta de la casa con los ojos abiertos, la misma expresión que hizo cuando le hablé por primera vez.
-yo… Bueno—balbuceó, sus mejillas se tornaron rosadas—No
-Ibas a decir otra cosa—dije molesta--¿Qué era?
-No… nada—suspiró cerrando los ojos y arqueando las cejas—Yo… tengo que pedirle ayuda a Gerard
-¡no!—le tomé le mano—Me vas a decir
-No—entonces apretó el botón del timbre dejándome con las palabras en la boca


Abrieron la puerta
-¿Gerard?—preguntó Frank
-¿Quién es?—se oyó su voz, pero estaba oscuro allí dentro
-Frank
  Entonces tocó su mano
-Oh, colega, Frank—dijo alegre--¿Qué te trae por aquí?
-Necesito ayuda
-Oh, pasa… El cielo se está cayendo
“¿enserio?” pensé sarcásticamente al recordar que era la madre de Iero quien lloraba ahora


Seguí a Frank dentro de la casa de Gerard.

El lugar no era muy bonito que digamos, pero tenía las comodidades suficientes para alguien que vive solo.

 Frank cerró el paraguas y Gerard lo dejó en su habitación, Iero se sentó en un sillón muy viejo, los resortes de este rechinaron  muy feo al sostener el poco peso de él.
  Way encendió la luz principal de la sala y se sentó a su lado mirándolo con atención. Yo me senté en el suelo mirándolos. Ser indiscreta ya era algo natural en mí al ser un ser invisible cuando yo lo deseara.

-¿y bien?—inició el más alto
-Yo… bueno. Quería pedirte ayuda—Frank fue directo al grano
-¿Mario?—adivinó haciendo que Frank se sonrojara asintiendo con la cabeza—Todo gira alrededor de él ¿No es cierto?
-Pues… supongo
-¿Sabes?—inició rozándole la mano con la rodilla—Mario me contó algo absurdo—terminó entre risitas
-¿Qué?
-Pues… No lo sé—seguía riendo—Está algo loco, maniaco.
Frank se quedó callado esperando la respuesta
-Bien—Gerard comenzó a calmarse—Me dijo que te habías enamorado de la muertita—se aguantó la risa


¿Muertita? ¡¿Muertita?! ¿Así es como decide llamarme después de todo lo que ayudó a Mario con mi asesinato? ¿Una vil muerta?

Creo que esto no funcionará—susurré a Frank, él apretó los puños

-No la llames así—dijo serio-- ¡Su nombre es Scarlet!
-Cálmate, león—Gerard estaba sorprendido ante la reacción de Frank
-Ella no es una muerta sin sentido ¿entiendes? Ella era… es Scarlet.
-¿entonces… tu si la amabas?—preguntó Gerard confundido
-Gerard, siempre hay algo más allá que un simple asesinato
-Frank, eres un loco

¿Qué dijo?
Mi Frank de ojos avellana se quedó paralizado. A puesto a que, como yo, él no previno aquella respuesta. ¿Frank? ¿Un loco, por qué?
-¿Qué?—lo miró confuso
-Que estás loco… ¿Por qué asesinaste al ser que amabas?

… golpe bajo, pensé. Pero, coincidentemente yo pensaba antes lo mismo. Frank y yo seguimos petrificados en nuestros respectivos lugares, mirando a Gerard llenos de confusión y preguntas atoradas en la garganta.

-No te pongas así—pidió el de ojos esmeralda—Es la verdad.
-yo…
-¿Ves?—hizo una pausa—Te estás volviendo como Mario.
-¿Conoces la historia de Mario y mi madre?
-Y la de la madre de… ¿cómo se llama?... ¿Scarlet?
-Conoces todo
-Sí. Bueno… eso no importa ahora.  Lo importante es que te des cuenta que seguiste los mismos pasos que él. La asesinaste por egoísmo…

Egoísmo, egoísmo, egoísmo… resonaba en cabeza de ambos, Frank y yo…

¿Qué pasa? ¿Por qué nada me sale bien?
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