9 jun 2011

My Murder Cap 4 "There's no room in this hell, there's no room in the next"

"Lecciones de Ahogamiento"
(My Chemical Romance)

No sé quién demonios era Gerard, pero también recordaba su voz. “Ah, es el tipo que vino a vigilarme,” pensó Frank.
  Entonces se trataba de mi tercer asesino.
-¿Gerard?—respondió Frank confundido—Yo no conozco a ningún Gerard.
  El joven alto y de tez pálida, usaba la ropa toda negra, un par de converse rojos que contrastaban y una gorra de lana le cubría la cabeza y la orejas.
  El mencionado se acercó a Frank quien tenía mi maleta ya en el suelo.
-¿No me recuerdas? Acabamos de trabajar juntos. —respondió desoncertado.
-¿Eres el que la sostenía de los brazos?
-Shhh… shhh—le indicó de repente— ¿No sabías que su espíritu puede escucharte y vengarse de mí?—rió bromeando.
Frank abrió los ojos como plato creyendo lo que Gerard decía. — ¿En serio?
-No es cierto—echó una fuerte carcajada—¿Crees tales patrañas?
-No—respondió en seguida mientras llevaba la maleta cerca de la orilla de la laguna.
Yo seguía sobre la gran piedra. Gerard le siguió con la mirada.
-¿Qué haces?
-¿Tú crees que quiero hacer esto, Gerard?—Dijo Frank con sorna.
-No, pero tienes que.
-¿Por qué?
-Porque Mario lo ordenó. ¿O no?
-Sí, eso hizo. Hizo lo mismo de siempre; ordenar y salir inocente de sus malos actos.
-De todos modos ya está muerta. No interesa.—Gerard era un tipo sin emociones… o tacto. Su comentario hizo a Frank soltar la maleta y cerrar ambos puños con enojo.
-¡No está solo muerta! ¿Entiendes? Gerard, era un ser humano como tú y como yo. ¿Qué sucedería si esto te lo hicieran a ti?
-¡NO-IN-TE-RE-SA! Diablos, Frank, te exaltas demasiado, ella era una chica más entre tantas de este vasto mundo—Gerard se acercó a él y tomó la maleta—Lo haré yo, si quieres.
-Como quieras—le dijo Frank viendo al oji-verde con molestia.
El muchacho más alto y, por supuesto, más viejo de los dos, abrió la maleta.
-Y… respondiendo a tu pregunta. No me importaría a mí tampoco que me hicieran esto o algo peor, supongo que lo merezco. Siendo cínico déjame decirte que soy un vil bastardo que se la pasa asesinando gente—sonrió—Así como tú, yo empecé con miedo, pero luego te acostumbras al trabajo. Después sus grotescos cuerpos no aparecerán en tus sueños y no te atormentarán…
-Yo no tengo miedo—le interrumpió.
-De todas formas, no podemos hacer nada por ella—hizo un puchero y me miró dentro de esa caja vieja—Espero tenga un buen descanso
“Oh, claro… mírame cómo descanso” le dije al oído con sorna.
-Uuy, hace frío ¿no?—Los dientes de Gerard temblaron.
-Algo—contestó el menor de manera indiferente. —Pobre Scarlet.
Dijo esto último en un susurro casi inaudible.
-Tienes razón, pobre chica—afirmó Gerard—. Pero es nuestro trabajo.
Frank se quedó pensando.
-¿Tú crees que Mario sea un buen hombre?—Se interrumpió—Quiero decir…  ¿Qué en el fondo de él, muy en el fondo, sí se sienta culpable, aunque sea un poco, de todo lo que ha hecho?—dijo Gerard tratando de imaginar lo que su compañero pensaba
-No. —Respondió el más joven.
-¿Ni poquito?
-No. —repitió mi joven asesino.
-¿Por qué?—preguntó sorprendido el otro, quitándose la gorra de lana.
-Porque es un bastardo igual que tú.—Contestó el menor sin cuidar sus palabras.
De repente una mano golpeó la mejilla de Frank.
Gerard se veía alterado—¿Cómo puedes expresarte así del hombre que te da un techo donde vivir?—le gritó en la cara.
-¿Qué te pasa, imbécil? ¿Por qué me golpeaste?
-No dejaré que hables así de Mario. Él es tu…
-Tutor. Lo sé—suspiró—es la cosa más horrible que me haya podido suceder en la vida. A veces preferiría morir.

 -¿Sabes qué? Me largo. No pienso terminar con esto.—Entonces Frank abrió la puerta del auto listo para irse y Gerard lo detuvo dejándome tirada sobre el pasto como basura.
-¡No puedes irte!
-¿A, no? Sólo mírame.—Lo retó, tomando las llaves del auto de su bolsillo.
El menor planeaba conducir muy lejos, pero el otro lo tomó por los hombros y lo volteó, quedando así ambos viéndose  frente a frente.
-Mario te culpará—musitó con una media sonrisa
-Mario me culpará—repitió mirando a la nada.
-Sí.
-Oye…--musitó mientras pensaba—¿Alguna vez…?
-¿Qué?
-No. No, olvidalo.
El mencionado lo levantó del suelo mostrando que quería saber lo que pensaba.
-Está bien, está bien…--se aclaró la garganta--¿Alguna vez has pensado en acusar a Mario por sus… asesinatos?
-¿Qué quieres decir?
Gerard bajó a Frank y soltó sus hombros.
-Sí. ¿No has sentido ganas de delatarlo para que lo metan a prisión y te deje en paz?
-Alguna vez—le dijo indiferente—Pero ahora no sé. Como que ese olor especial a sangre humana…
-¿te gusta?
Frank estaba asqueado, hablar de sangre y asesinatos con asfixias le ocasionaba un gran remolino en el estómago.
-Sí. Comienza a gustarme. Aparte… eres un idiota.
-¿Idiota?
“Yo diría que eres el imbécil menos útil del planeta, Frank” dije en su oído. Él se estremeció.
-Sí, un gran y completo idiota, Franquito. Si nosotros le culpamos de este asesinato… ¿qué crees que él haría?
-No sé.
-¡Él Nos Acusaría De Cómplices!
Gerard lo empujó. Estaba realmente desesperado.
-¿No lo entiendes, Frank? Estamos tratando con el criminal más buscado DEL ESTADO. No lo buscan sólo en el condado o en la ciudad de junto, lo buscan en todo el estado. Y para cometer tantos crímenes sin mancharse las manos y al mismo tiempo ser perseguido por tantos, se necesita ser realmente listo, y vaya que Mario lo es.
-Tienes razón. Olvídalo. —Frank guardó silencio. Temeroso, cerró de nuevo la puerta del auto oscuro y acompañó a Gerard a dejarme sobre el agua.
  Gerard me tomó de los pies con cuidado y Frank cargaba mi torso.
-¿No crees que se ve sexy con ese vestido blanco?—Le preguntó Gerard, asomándose debajo de la tela, cruzando la mirada entre mis piernas. Sólo sentí un escalofrío.
-¡Cállate y camina!—Frank se ponía a la defensiva muy rápido.
-Calmado, sólo era una broma.
-Tienes un humor muy negro ¿lo sabías?
-Sí. Es algo que se aprende con el tiempo.
  Ambos me dejaron en la orilla. En silencio, ambos se quedaron ahí a contemplar cómo las débiles olas se llevaban poco a poco mi cuerpo.
-Que Dios la bendiga—musitó Gerard, persignándose.  Frank siguió en silencio, ocultando una lágrima.
 De repente sentí un viento fuerte. Algo me hizo volar, haciendo que la imagen de ambos asesinos en la laguna se hiciera borrosa.

8 jun 2011

My Murder Cap 3

"All The Little Pieces Falling, Shattered..."
(Amy Lee and Seether- Broken)


Aún no recuerdo lo que sucedió antes de todo eso. Ahora soy un simple fantasma persiguiendo mi cuerpo para conocer la verdad.  ¿Cómo podré saberlo?
¿Acaso eso del Paraíso o el Infierno no es verdad? ¿Por qué el mal o algún ángel bueno y blanco vienen a visitarme para llevarme a alguno de esos lugares?
¿Será que todas las almas están destinadas a quedarse aquí por siempre hasta que se deshagan sus cuerpos por completo?
**
  El jefe le había dicho a Frank que levara mi cadáver a donde nadie pudiera encontrarme. No sé a dónde íbamos, pero Frank conducía más lento, como si el tiempo de mi putrefacción no interesara.
 
 La noche que minutos antes era oscura, que comenzaba a aclararse con la débil luz del sol que apenas salía con lentitud.
 Frank apagó el automóvil. Antes de bajarse, miró en el espejo retrovisor. Otro auto se había estacionado justo detrás de él.
-Demonios, éste imbécil sí envió a alguien a vigilarme. “Es más sensato que tú,”—Comenzó a burlarse de su jefe. —Si ya tenía un empleado no sé ni por qué me metió a mí en esto.
 Después de rezongar un rato, se bajó y abrió la cajuela. Por enésima vez, cargó mi maleta con cuidado. Miré a mí alrededor. Nos encontrábamos en un bosque denso, el cual se me hacía muy conocido. Se adentró en él y nos perdimos juntos entre las penumbras de los árboles.

 Caminamos una milla, más o menos, hasta llegar a una laguna que se abría en medio del bosque entero. Frank recostó la maleta en el pasto y se quedó ahí parado, mirando la inmensidad del agua.
“¿Y ahora qué?” Le pregunté. Me senté en sobre una gran roca que se miraba cerca de la orilla.
Y decidí calmarme mientras cantaba.
-“This alone, you´re in time for the show…”
-you´re the one that I need, I´m the one that you loathe… — Frank continuó mi estrofa.  ¿Acaso me escuchaba?
-¿Sabes, Scarlet? Yo no quería hacerlo. Lo juro. Tenías tanto a qué aferrarte. Tenías todo. Tenías más que yo… Debí ser yo. Debí ser yo a quien asesinaran, no tú. –Cayó un momento y suspiró. –No sé si eso de los espíritus exista, pero si estás aquí, te pido perdón. –Se tomó la cabeza.  Luego se hincó frente a la maleta y la abrazó, como si de un ataúd real se tratara. —Es que no podía negarme. No podía… Pero admito que fui un cobarde, quitarle la vida a alguien no es lo mejor  que un ser humano pueda hacer ¿sabes? Ahora tus recuerdos me van a atormentar. –Comenzó a llorar y a gemir. Cerró los ojos y se aferró más a la maleta. — Al menos vas a estar con tu familia y evitarás haber conocido a la terrible persona en la que me he convertido, ni siquiera vas a acordarte de mí. –Sorbió por la nariz. —Perdóname por todo, por todo. Me arrepiento de no haberte defendido, de haberme vuelto un monstruo, porque eso es lo que soy ¡un vil monstruo que ni Satanás querría a su lado! Ni siquiera sé lo que estoy haciendo ahora…
   El amanecer se aproximaba, el cielo anaranjado iluminó la silueta de mi joven asesino recostado en la maleta.
-Eres hermosa aún sin vida. Espero tu alma me perdone. —Fue lo último que dijo antes de levantarse y limpiarse la cara con el suéter de lana negro que traía.
 Yo sólo lo miraba asombrada desde la roca en la que me había sentado desde que llegamos. No sabía cómo sentirme. Era raro…
 Frank estaba a punto de abrir la maleta cuando alguien detrás suyo le habló.
-¿Te ayudo con eso?—Le preguntaron. Frank no pudo evitar darse la vuelta.
-¿Quién eres?—Sus ojos rojos miraron al visitante dudosos.
-¿No me recuerdas, Frank?
-No. Normalmente no recuerdo a nadie, odio recordar…
-No te pongas melodramático. Está bien que la muchacha era linda y todo, pero no era tuya. No llores, ven. —El extraño, que era unos centímetros más alto que Frank, intentó rodearlo con su brazo, pero Frank lo evitó.
-¿Quién eres? ¿Qué quieres?
-Vengo a ayudarte con la maleta. —Contestó indiferente. –Pero si no quieres, entonces no lo hago y ya.
-¿Quién eres?—Inquirió Frank con los puños cerrados.
-Soy yo, Gerard. —Le contestó el mayor con una sonrisa amigable.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...