11 nov 2011

My Murder: Capítulo 14

"La única esperanza para mí eres tú, solamente"
(My Chemical Romance)

-Frank. ¿No piensas hacer nada para salvarte?-le pregunté inquieta.
-Si no pude salvarte a ti aquella noche ¿Cómo crees que yo salvaría mi vida?—contestó.
-Pues… es que en ese entonces no habías salvado tu vida, así que no podías salvar la de otra persona.
-Scar…--llamó mi nombre con intriga.
-¿Sí?
-¿Podrías perdonarme? Creo que es lo que necesito para seguir viviendo.
 Reí un poco. Era tan lindo verlo vulnerable.
-Pero si yo ya te perdoné desde hace mucho—mentí para darle seguridad. Lo había perdonado hace un día. Qué imbécil sonó eso—Frank, ahora no te preocupes por mí. Eres tú quién me preocupa
 Dio un respingo.
-¿yo te preocupo? ¿Cómo es que eso puede estar pasando? Creí que yo era el invisible para ti.
-Uhm. Lo eras—comenté siendo honesta—Pero ya no lo eres. Entendí que yo fui egoísta.
-No, fui yo el egoísta. Por mi culpa falleciste tú, dejé que te asesinaran para tener un techo donde vivir, Mario me amenazó—suspiró—bueno, perdóname.
-Ya lo hice
-¡Pero quiero que me lo digas!
-Está bien, está bien. No te enojes… Yo te perdono, Frank. ¿Ya?
-Gracias—contestó con una sonrisa radiante--¿Crees que ya pueda verte?
-Oh. Pues… realmente no conozco el protocolo.
-¿De qué hablas? ¿No habías aparecido ante otros antes?
-No
-Ah, ya veo.
-Bien. Intentemos. Uhmmm Concéntrate.
-¿En qué?
-Pues, no sé. A ver… Como si pidieras un deseo—enserio me sentía tonta. Él comenzaba a ponerme nerviosa. Es que era tan… lindo—Sí, en tu cabeza. Como si pidieras que quieres verme, quieres ver un fantasma… ¿Enserio quieres ver un fantasma?
-Si se trata de ti, claro que sí. Nunca había visto algo sobrenatural hasta el día en que Mario te… tu sabes.
-Sí, ya olvidemos eso.
-Ese día, después de que él te asesinara, comenzaste a moverte como loca. Pero estabas agonizando, yo me espanté tanto que salí corriendo a vomitar. jeje, lo siento. Y luego regresé esperando a que volvieras a respirar. Pero no fue así.

Qué… romántico su comentario.
-¿Podemos olvidarlo ya?
-De acuerdo
-Ahora, concéntrate.
 Asintió con la cabeza. Cerró los ojos y frunció los labios, creo que intentaba ponerle más fuerza a su mente. Yo también los cerré concentrándome de igual manera para que pudiera verme.
  Sólo espero que no logre ver los moretones que tengo, no quiero asustarlo

 Pasaron varios minutos.

Él comenzó a reír, reacción que me sorprendió.
-¿Qué?—pregunté separando los párpados.
Frank estaba sentado sobre el suelo, debajo de un cuadro, el cual tenía un dibujo hecho por él. Reía disimuladamente.
 -te ves linda
 Me señaló un enorme espejo que colgaba de la pared justo a mi izquierda. Volví a ver mi propio fantasma en un espejo. Por suerte sólo se veían las ropas que traía, ni un moretón. Incluso el vestido blanco que la abuela me había regalado, y con el que yo había muerto, parecía remendado a la perfección. Mi cabello seguía enredado, pero parecía un ángel de verdad.

-¿enserio te gusta cómo me veo?
-Claro. Es como te recuerdo—me sonrió y yo hice lo mismo.
 Me senté a su lado. De veras quería conocerlo, me atreví a preguntar.
-¿Cuándo es tu cumpleaños?
-¿qué? ¿Es la primera noche en que podemos hablar y te dignas a preguntarme por esa fecha?
-Oh… sí. No tengo otra cosa en mente.
-Bueno—su semblante había cambiado, parecía que su cara brillaba—Pues es en Octubre.
-Uh, Halloween
-Sí, exactamente el 31.
-¿enserio?  Qué genial.
-¿Qué más quieres saber de mi?
-¿Tú no quieres saber nada de mí?
-Lo sé todo de ti, Scarlet—me sonrió.
-Bueno. ¿Qué haces en tus tiempos libres?
-Asesinar gente, y también me gusta interactuar con fantasmas traslúcidos.
Rió
-Es un chiste. Ríete—dijo mostrándome sus dientes.
  Logré entender, y me reí con él.
-En realidad me gusta la música. Toco la guitarra—dijo señalando una guitarra blanca con letras. Sonrió—Se llama Pansy
Y así era como decían las letras “Pansy”… Chico raro, hobbies raros, nombre de guitarra raro, igual a: Frank. Muy bien.
-genial. ¿Y tú escribiste la letra de la canción que habla sobre mí?
-Ah, así que fuiste tú quien abrió mi cuaderno.
-Lo siento.
-No te preocupes, de todos modos pensaba dártela… claro, antes de morir.
 De pronto todo se quedó en silencio. Nos vimos a los ojos. Yo a los suyos avellana y él a los míos, transparentes.
“Aprenderás a dar consejos” sonó una voz en mi cabeza. Había olvidado la razón por cual estaba aquí, debía ayudar a Frank. ¿Pero, Cómo?
-Oye—dije rompiendo el hielo--¿tienes alguna idea de cómo salir de aquí?
-La única vez que me dejan salir es cuando voy a la escuela.
-De veras. Debes irte.
-No importa. Una falta en todo el año no le hace daño a nadie
-¿Nunca faltas a la escuela?
-Claro que no. Prefiero estar ahí soportando niñitas lloronas y muchachos superficiales que quedarme con Mario.
 Bien, ya lo conocía más: 1.Su cumpleaños, 2. Su hobby era dibujar y tocar música, 3. amaba la escuela igual que yo.
-Las letras de mis canciones también mencionan querer volar o cosas por el estilo. Es como si leyera un libro, como una forma de escapar en mí mismo de la vida tan… asquerosa que tengo—dijo esto mirando a la nada. Se levantó dejándome sola en el piso. Luego tomó la fotografía del escritorio y también su cuaderno donde vi el dibujo y la canción que hizo de mí. Y regresó a mi lado.





Escapar. Esa era la solución.
Un escape normalmente funciona. Los hay mentales y físicos.
  Los ejemplos de los escapes mentales tienen que ver con huir de la cruel o, en algunos casos, muy buena realidad que el individuo vive, supongo. Siempre se presentan como el caso de Frank: en poemas, la música, canciones… Cosas que nos puedan hace imaginar una vida mejor para nosotros mismos. Es como si tu propia mente te salvara.


-escapar—repetí—yo hacía eso también, huía de mis lágrimas por mi familia muerta. Lo hacía escuchando música o haciendo música.
-también hay otras formas de escapar, Scarlet.
-¿ah, sí?
-Como cuando alguien te tiene secuestrado o algo así. Entonces comienzas a idear un plan para salir del lugar. Cuando lo logras, antes de que se den cuenta, tú ya estás corriendo a miles de millas de ahí. Corres lo más rápido posible, tan rápido que tus pulmones se llenan de aire frío y el pecho te duele. Pero tú solo quieres ser libre y no te importa y sigues corriendo hasta que no sientes las piernas…

 Verlo hablar es de las cosas más hermosas que he podido apreciar en una persona.
-¿Tu has escapado alguna vez?—pregunté. Pues parecía que eso él a lo había vivido.
-No, y no pienso hacerlo. Mario me hizo jurar que nunca intentaría cosas como esa, entre esas cosas estaba la idea de querer matarlo. ¿Entiendes? No puedo escapar de aquí, estoy condenado a vivir un infierno a su lado. Preferiría morir.

Los escapes físicos son eso, una huida, cuando encuentras algún lugar real para esconderte, como un sótano, una bodega, un bosque, la casa de tu abuela, un baño público. Lo que sea, de todos modos ayudará a que la gente que quiere asesinarte no te encuentre jamás, o que-por lo menos- retrase el momento en que deban hacerlo.

Frank ya había encontrado escapes mentales, pero… él ahora no necesitaba solo letras de canciones ni notas musicales, necesitaba un lugar donde guardarse, donde ni al muerte pudiera encontrarlo. Yo iba a ayudarlo.

Y para eso antes necesitaba que confiara en mí y así poder convencerlo.
El miedo a Mario que Frank tiene le impide soñar.

-Así que le temes a Mario.
-Supongo.
-¿y si te digo que escapar sería la mejor de las soluciones de tu vida?
-¿romper mi promesa con ese bastardo? no lo creo.
-¿Por qué no? De todos modos nunca lo has intentado. ¿y si realmente Mario no te hace nada y todo eso que te dijo son simples amenazas que él jamás podría cumplir?
-¿y si sí son?—su corazón comenzó a latir más rápido de lo normal. Su cuerpo temblaba.
-Frank—lo miré seria. Estaba harta. Era lindo verlo un poco vulnerable, pero no era para tanto—Mírame—me obedeció--¿alguna vez has visto a Mario asesinar a alguien?
-No…--contestó pensativo
-¿Ves? Ni siquiera a mí me mató.
-Tienes razón, Scarlet—soltó una risita—Siempre fuiste la chica inteligente.
-Supongo
-¡Já!—se burló
-¿Qué?
-Te hice ruborizarte--Se levantó, yo también lo hice. Comenzó a dar un bailecito muy raro—Mírenme, soy Frank Iero e hice que se ruborizara un fantasma—canturreó
-bien, bien. Lo lograste ¿ahora qué?
-No lo sé—suspiró tornando los ojos y luego volvió a mirarme—Creo que tienes razón, enserio… Creo que lograste converncerme. No sé cómo lo hiciste…
-¿Y ahora qué?
-Supongo que haré mis maletas.
-¿Estás hablando enserio?
-Me diste esperanza, Scar. Como cada vez que te veía.
-¿a qué te refieres?
-A que siempre que me encontraba contigo, a propósito o sin querer, me alegrabas el día y me hacías pensar que mi vida no era tan mala si estabas ahí.

Un chasquido sonó de nuevo. Por suerte Frank seguía ahí. Pero creo que ya era hora de irme.
-Frank. Tengo que irme ya
-¿Enserio?—su cara se tornó algo oscura.
-Lo siento. Prometo volver a visitarte. Aún tengo asuntos pendientes.
-Antes de que te vayas… quiero preguntarte si la has visto—me mostró la foto que había tomado hace unos minutos.
-¿Quién es?
-mamá—su voz se quebró en la última sílaba.
Observé la fotografía. La mujer era idéntica a La Ayudante de los ángeles Consejeros. Sí, era ella.
-Seguro. Tu madre es uno de los ángeles más geniales que he conocido—le sonreí recordando  lo que ella hacía—Creo que ella siempre te visita. Y está celosa de mí.
-¿enserio, por qué?
-Porque sabe lo que… siento por ti—confesé, pero nada me dejó ver su respuesta.
 Todo se movió y volví al lugar que me hacía sentir feliz. Todo seguía blanco. A mi lado estaba justamente la madre de Frank

8 nov 2011

My Murder: Capítulo 13

"Y todo lo que puedo saborear es este momento. Y todo lo que puedo respirar es tu vida..."
(Goo goo dolls)




Regresé a la nube. Bob ya no estaba ahí.
-Entonces fue él quien me dio ese collar y no mi hermana como siempre creí
-Exacto—sonó una voz detrás de mí. Era la pequeña Scarlet.
-¿Es por eso que él se quedó el collar?
-Sí. Mencionó que quería tener un último y único recuerdo de ti después de verte partir.
-Vaya. Entonces es cierto que me ama.
-Sí—dijo sonriente--¿Tú sientes lo mismo, Scar?—preguntó abriendo los ojos y arqueando las cejas.
-Creo que sí.
-¡Muy bien!—me dijo felicitándome como si fuera un niño de preescolar que hubiera aprendido a leer la palabra “abeja”—Entonces estás lista para lo siguiente, supongo.
-No supongas—dijo una mujer parada sobre una nube cercana a la nuestra—Es verdad. Scarlet está lista para el siguiente nivel. Se nota en su corazón de fantasma que ha aprendido muchas cosas, es obvio que está lista.

La mujer usaba un largo vestido color azul marino, sus ojos enormes eran del mismo color que los de Frank: avellana. Sonreía segura.
-Ve con ella—me dijo la niña de vestido azul.
 Obedecí saltando hacia la otra nube.
-¿Quién eres tú?—le pregunté curiosa.
-Soy La Ayudante de los Ángeles Consejeros.
-¿Ángeles Consejeros?
-¿Alguna vez te has preguntado por qué a veces escuchas que algo te susurra que, hagas o no, algo?
-Supongo… Eso se llama conciencia.
-Así lo llaman los humanos, pero en realidad, el inframundo está lleno de ángeles y demonios que logran hablar con los humanos. Incluso ambos logran proyectarse ante la vista de ustedes, pero muchas personas no creen en nosotros, así que nos ignoran.
-¿Qué voy a aprender hoy?—presiento que comencé a sonar como una niña curiosa.
-Aprenderás a dar consejos. Tu proyecto se llama: Frank Iero.
“¿Enserio?” pensé con ironía.
-Sí, enserio…--contestó a mi mente, ¿acaso lograba escuchar mis pensamientos?—Sí, los escucho. Así como tú aprenderás a hacerlo con Frank.
-Bien. Estoy algo asustada, pero sé que no moriré de un infarto—reí por la broma, pero ella siguió mirándome seria--¿Qué más debo hacer?
-Lo que creas necesario.

De nuevo un chasquido se oyó y regresé a la habitación de Frank.
*

Ya era de día. El sol pasaba por la ventana de su habitación. Seguía dormido en la misma posición en la que lo dejé.
¿Tan rápido había pasado la noche?

  Me senté sobre un árbol que daba a su ventana, lo observé mientras dormía. Otra vez.
  Suspiraba de vez en cuando,  una vez se rascó su nariz, minutos después logró abrir los ojos. Miró la ventana, sentí como si me observara a mí.
-¡Oh, por Dios!—exclamó exaltado cuando hubo abierto bien los ojos y se incorporó sobre la cama--¿Scarlet?
-¿Me ves?—pregunté… pero no respondió.
-No, no eres tú… --murmuró minutos después.
  Y apartó la mirada desconcertado del árbol donde yo estaba sentada. Cuando se levantó, noté que sólo usaba un short negro y tenía el torso descubierto, sobre su pecho brillaba algo. Era la clave de sol de mi collar.
-Te dije que los humanos no querían creer en nosotros—dijo aquella mujer de vestido largo, su aparición me tomó por sorpresa—Logró verte, ya es un paso bien dado—dijo como quien no quiere la cosa—Ahora falta que crea en ti para que puedas terminar tu misión.

Y volvió a desaparecer.
Que crea en mí… ¿cómo demonios voy a hacer eso?

*

  Lo seguí hasta el comedor de la casa donde vivía.
Tomó un jugo de naranja y un pan dulce de la alacena.
-Perfecto. Hoy tengo más hambre que nunca y Mario no se digna a comprar ni una mierda de tragar—comentó molesto.
   Tomó una ducha.
  Sentía ganas de recordar cómo era tomar una ducha siendo humano. Hace mucho que no sentía frío ni calor, que no olía nada más que mi propia muerte, que no tenía hambre ni sueño. Estaba helada de verdad.

   ¿Podré escabullirme entre la puerta para espiarlo? Pensé. ¿En serio sería capaz de hacer eso? ¿Espiar a un… chico?

  De todos modos no se daría cuenta.
¿O sí?

  Tardé mucho en decidirme… sería la primer travesura en años que hubiera logrado.
   Para cuando decidí entrar, Frank ya estaba saliendo del baño con una toalla amarrada a su cadera.
   Me cubrí los ojos, normalmente no me metía en la intimidad de nadie más que no fuera yo misma. Me sentía algo incómoda estando en su habitación mientras su fragancia se paseaba por cada rincón de ésta. Pero al mismo tiempo tenía curiosidad de saber más cosas sobre él, quería encontrarme con más sorpresas.    

  Me estaba enamorando y quería conocer lo que pensaba, cómo pensaba, por qué pensaba así, cuándo era su cumpleaños, su comida preferida, qué estudiaba… Quería tener todo detalle de este humano que me amaba sin condición.

  Mientras él se paseaba por su habitación buscando ropa, zapatos y cosas que ponerse, yo también lo hacía pero buscaba más datos sobre él, quizá un cuaderno, un dibujo, alguna nota. Lo que fuera… Siempre trataba de no chocar con él, qué tal si se encontraba con mi fría presencia de nuevo y lograba asustarlo.

  Sobre el escritorio de madera, donde estaba el retrato de la mujer y al lado mi collar, también encontré una libreta negra. La abrí con cuidado mientras él rebuscaba entre sus cajones.
  Eran canciones. Letras de desamor y muertes estaban plasmadas con la gramática de Frank. Me cautivó pensar que era un buen artista. En medio de las hojas había un papel de color rojo suelto.
“Scarlet Fields Forever”
decía al inicio, sonaba como el título de esa canción de The Beatles … ¿cómo era?
Ah, sí
“Strawberry Fields Forever”

Leí lo siguiente; era una canción también. Pensé que sería algo parecida a la canción de esa banda, pero no. “Scarlet Fields Forever” decía cosas sobre mí y sobre él, hablaba de los buenos sueños que él tenía conmigo y del rechazo que sufría de parte de mí…
-Diablos, sí fui egoísta—murmuré. Frank volteó al escritorio, donde yo me encontraba. Pero volvió la cabeza en seguida.


  Al último del cuaderno había un boceto… era yo.

   Me dibujó sentada sobre una banqueta con mis audífonos puestos y el suéter de mi hermana. En medio del pecho me dibujó mi collar, también dibujó mi cabello a la perfección, puso mis uñas pintadas… era toda yo a lápiz. Era como si estuviera viendo una perfecta fotografía mía.

  Esto me llenó más de cariño hacia él, pues jamás nadie se había molestado en hacerme un dibujo o una canción.
-¿Qué hago para que logre verme? Tengo que decirle que estoy bien, no puedo dejarlo solo… no puedo—de nuevo volteó al escritorio, pensé que me había escuchado. Creo que debo dejar de pensar en voz alta.


  Ya usaba un par de pantalones de mezclilla con una sudadera azul marino y sus converse blancos cuando se dirigió al escritorio.
  Estaba muy cerca de mí.


-Vaya, de este lado del cuarto hace más frío—murmuró pensativo. Se acercó más a mí, yo aún tenía las manos sobre el papel rojo dentro de la libreta, su aliento me dejó petrificada… era exquisito--¿Qué haces abierto?—dijo mientras tocaba la libreta y rozaba al mismo tiempo mi mano, el tacto lo hizo estremecerse—Qué diablos… --exclamó al sentir mi frío.
 Me acerqué a él mientras tomaba la libreta negra y la cerraba, susurré en su oído
-
Soy yo, Scarlet.
-¿Qué?—dijo y su cara de crispó.
-¿Puedes escucharme?
Se sentó sobre su cama con las cobijas revueltas tomando la libreta. La abrió en la última página donde se encontraba mi dibujo.
-¿Scarlet?—una lágrima salió rápida de su ojo izquierdo. Se puso tenso. Luego se quedó petrificado viendo a la nada mientras más lágrimas le llenaban las mejillas
-No tengas miedo—seguía susurrando en su oído.
-No tengo miedo—repitió mientras salía de su trance. Se levantó de su cama y volvió al escritorio. Tomó mi collar—Esto es tuyo, supongo
-¿Crees que estoy aquí, de verdad?

-Sí—respondió más seguro mientras secaba sus lágrimas con la manga de la sudadera. Extendió el collar en otra dirección--¿dónde estás?
-¿No logras verme aún?
-No, no puedo…--de nuevo las lágrimas aparecieron —Scarlet… ¿eres tú de verdad? No quiero bromas pesadas…
-en serio soy yo-contesté mientras tomaba su mano entre las mías--¿Me sientes?
-Claro que te siento, estás fría—dijo y su mano comenzó a temblar--¿Eres un fantasma?
  Su pregunta me tomó por sorpresa, al igual que cada reacción en él. No sabía qué responder, ¿qué era yo ahora? ¿Un demonio, un ángel, un fantasma o una simple alma en pena?
-Creo que lo soy
-¿Qué haces aquí?—comenzó a sollozar--¿Vienes a cobrar venganza? Porque ahora sí tengo miedo
-No, no… la venganza nunca fue una opción para mí
-¿Entonces, qué haces aquí?

-Vine a avisarte que sé lo que sucede. Sé que no fue culpa tuya, vine a decirte también que estoy mejor de lo que crees…
 
Se levantó y movió los brazos en el aire
-¿Dónde estás?—comenzó a temblar de nuevo, ya que palpaba mi rostro. Se sentía tan… bien--¿enserio sabes lo que sucedió?
-Sí, Frank—le contesté con voz segura.
-¿Sabes mi nombre?—dejó sus manos sobre mis mejillas acariciándolas. Si alguien más lo hubiera visto, habrían pensado que estaba loco. Por suerte su padrastro, Mario, había ido a trabajar.

-Siempre lo supe
Sonrió después de que dijera eso.
-Quiero verte, Scarlet. ¿Cómo puedo verte?-comenzaba a sonar más seguro de lo que decía. Se acercaba más a mi—Te siento, ¿Siempre has sido así de fría?
-No, creo que no
-Dime. ¿Cómo llegaste aquí?
-Soy un alma que busca su pasado para seguir su presente, de alguna manera.
-¿Qué quieres saber?
-¿Por qué dejas que te traten así, Frank? Creí que eras una persona libre—comenté con algo de molestia, el dejó de mover los brazos, dejó de tocar mi rostro y volvió a tensarse. Amaba que sucediera, pues cada vez que se pone así, sus hermosos ojos se abren como platos y me cautivan mucho más.
-Yo… no lo sé—respondió jadeante—Él es una plaga horrible, sabe cómo controlar a la gente. Incluso logró controlarte aquella noche.

Perfecto, esto ya es un comienzo. Tal vez así logre saber más sobre lo que sucedió esa noche en la que mi corazón dejó de latir
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