19 dic 2011

My Murder: Capítulo 16

"Dije que me salves (sácame de una vez de aquí) ¡Salvame! (Soy demasiado jóven para morir)"
[My Chemical Romance]


Dentro del pequeño supermercado, sentí un deja vú. Ya había estado ahí, pero de nuevo la chica de cabellos rosados y faldas cortas que, el día en que morí saludó a Frank, volvió a hacer lo mismo.

-Hola, corazón—saludó como aquella vez
-Hola—respondió Frank delante de mí. De nuevo se presentaba nervioso ante ella
-¡Pero, mírate! ¡Estás todo empapado!—lo miró de abajo a arriba con los ojos bien abiertos
-Sí, mamá—bromeó, algo que me causó un ardor horrible en el pecho—Salí de casa
-Ay, pobrecito—contestó ella haciendo un puchero y acercándose a él--¿Quieres que te cuide?—Lo miró lascivamente, ocasionando que ese ardor creciera y me dieran ganas de golpearla

¿Por qué te habla así?- le pregunté a Frank en el oído. Siendo un fantasma, la única ventaja que tenía ahora era ser invisible de verdad.
-Cálmate—me pidió en voz baja
-¿Qué?—preguntó ella quien había oído a MI Frank hablando conmigo
-No, nada…
-Entonces… ¿Qué, si vienes a dormir a mi casa? Ahí no está tan frío como aquí, hermoso
-Eh… Pues, no, gracias—contestó mirándole un golpe en el pómulo izquierdo--¿Qué te pasó?—señaló el moretón
Ella suspiró

-Mario—fue lo único que dijo
-Ah, lo lamento…--también suspiró, luegk cambió de tema— Emilie, ¿Conoces a Gerard?
-¿Way?
-Am… no lo sé—miró el piso mientras goteaba su cabello—Es nuevo aquí desde hace como una semana

Una semana, exactamente el tiempo que yo llevaba sin respirar como humano
-Entonces sí. Es un lindo conmigo…--sonrió  Emilie, como si recordara algo—Siempre viene a visitarme a mi habitación, de ese lado—señaló a su izquierda detrás donde se podía observar una puerta en la pared del supermercado donde se leía ‘Solo personal autorizado’

-Ya conozco tu ‘habitación’—contestó Frank risueño, yo solo veía la escena llena de… bueno… Celos
-Pero nunca has entrado—le sonrió mirándole la entrepierna

¿Acaso es un insinuación?—dije en voz alta, Frank sí me escuchó
-Enserio, cálmate—volvió a pedirme.
-¿Qué? ¿Que me calme? –preguntó Emilie volviendo a interrumpir—Pero si sabes que te he deseado ahí dentro desde que llegaste
-18 apenas… Tú ya tienes 24, por favor, Emilie… Sabes que no voy a hacerlo—una gota de agua de su cabello cayó sobre la punta de su perfecta nariz
Emilie la secó con su dedo de en medio

-Ya déjate de insinuaciones y dame la dirección de Gerard
-Uhh, el pequeño me quiere robar a mi novio Gee—le dio un golpe quedo en las costillas con el codo, Frank frunció el ceño
-No—contestó cortante—Sólo necesito hablarle
-De acuerdo—dijo ella entornando los ojos. Miró su muñeca—Aquí está—le estiró el brazo a Frank para que pudiera también ver lo que estaba escrito en ella.
-¿Por qué lo tienes en tu muñeca?
-¿Qué? Hoy en la mañana vino y se la pedí… ¿Tiene algo de malo querer cambiar el lugar de visita?
-No… no nada.

Frank tomó una pluma que estaba enredada entre el cabello rosa de ella y apuntó en su muñeca también la dirección, luego se fue sin despedirse de Emilie.

“Punto para mí” pensé
-Puedo escucharte—me dijo Frank con voz seria—Así como tú escuchas mis pensamientos, no sé cómo, pero yo también escucho los tuyos.

Antes de salir del almacén, Emilie le dio un paraguas.

Y luego volvimos a la tormenta.
-Frank…--dije andando a su lado, ya habíamos llegado a una casa, no muy bonita
-¿qué?—se detuvo con el paraguas sobre su cabeza
-Tu… bueno... ¿a ti te gusta Emilie?—no estaba segura de comenzar la conversación sobre todo esto. Quería decirle que éramos almas gemelas, que lo quería, que estaba enamorada
  Se quedó callado mirando la puerta de la casa con los ojos abiertos, la misma expresión que hizo cuando le hablé por primera vez.
-yo… Bueno—balbuceó, sus mejillas se tornaron rosadas—No
-Ibas a decir otra cosa—dije molesta--¿Qué era?
-No… nada—suspiró cerrando los ojos y arqueando las cejas—Yo… tengo que pedirle ayuda a Gerard
-¡no!—le tomé le mano—Me vas a decir
-No—entonces apretó el botón del timbre dejándome con las palabras en la boca


Abrieron la puerta
-¿Gerard?—preguntó Frank
-¿Quién es?—se oyó su voz, pero estaba oscuro allí dentro
-Frank
  Entonces tocó su mano
-Oh, colega, Frank—dijo alegre--¿Qué te trae por aquí?
-Necesito ayuda
-Oh, pasa… El cielo se está cayendo
“¿enserio?” pensé sarcásticamente al recordar que era la madre de Iero quien lloraba ahora


Seguí a Frank dentro de la casa de Gerard.

El lugar no era muy bonito que digamos, pero tenía las comodidades suficientes para alguien que vive solo.

 Frank cerró el paraguas y Gerard lo dejó en su habitación, Iero se sentó en un sillón muy viejo, los resortes de este rechinaron  muy feo al sostener el poco peso de él.
  Way encendió la luz principal de la sala y se sentó a su lado mirándolo con atención. Yo me senté en el suelo mirándolos. Ser indiscreta ya era algo natural en mí al ser un ser invisible cuando yo lo deseara.

-¿y bien?—inició el más alto
-Yo… bueno. Quería pedirte ayuda—Frank fue directo al grano
-¿Mario?—adivinó haciendo que Frank se sonrojara asintiendo con la cabeza—Todo gira alrededor de él ¿No es cierto?
-Pues… supongo
-¿Sabes?—inició rozándole la mano con la rodilla—Mario me contó algo absurdo—terminó entre risitas
-¿Qué?
-Pues… No lo sé—seguía riendo—Está algo loco, maniaco.
Frank se quedó callado esperando la respuesta
-Bien—Gerard comenzó a calmarse—Me dijo que te habías enamorado de la muertita—se aguantó la risa


¿Muertita? ¡¿Muertita?! ¿Así es como decide llamarme después de todo lo que ayudó a Mario con mi asesinato? ¿Una vil muerta?

Creo que esto no funcionará—susurré a Frank, él apretó los puños

-No la llames así—dijo serio-- ¡Su nombre es Scarlet!
-Cálmate, león—Gerard estaba sorprendido ante la reacción de Frank
-Ella no es una muerta sin sentido ¿entiendes? Ella era… es Scarlet.
-¿entonces… tu si la amabas?—preguntó Gerard confundido
-Gerard, siempre hay algo más allá que un simple asesinato
-Frank, eres un loco

¿Qué dijo?
Mi Frank de ojos avellana se quedó paralizado. A puesto a que, como yo, él no previno aquella respuesta. ¿Frank? ¿Un loco, por qué?
-¿Qué?—lo miró confuso
-Que estás loco… ¿Por qué asesinaste al ser que amabas?

… golpe bajo, pensé. Pero, coincidentemente yo pensaba antes lo mismo. Frank y yo seguimos petrificados en nuestros respectivos lugares, mirando a Gerard llenos de confusión y preguntas atoradas en la garganta.

-No te pongas así—pidió el de ojos esmeralda—Es la verdad.
-yo…
-¿Ves?—hizo una pausa—Te estás volviendo como Mario.
-¿Conoces la historia de Mario y mi madre?
-Y la de la madre de… ¿cómo se llama?... ¿Scarlet?
-Conoces todo
-Sí. Bueno… eso no importa ahora.  Lo importante es que te des cuenta que seguiste los mismos pasos que él. La asesinaste por egoísmo…

Egoísmo, egoísmo, egoísmo… resonaba en cabeza de ambos, Frank y yo…

¿Qué pasa? ¿Por qué nada me sale bien?

17 dic 2011

My Murder; Capítulo 15

"Escucha a la lluvia"
(Evanescence)


Me senté entre la blancura del lugar, la mujer hizo lo mismo. Me sonrió.

-Felicidades, supongo—comentó la mujer—Has logrado hablarle, él es un buen muchacho…
-Oiga
-¿Sí?
-¿Usted es… su madre?
Se tensó igual que Frank. Creo que eso obvia la respuesta. Se levantó del… suelo.
-¿Por qué la pregunta?
-Me mostró una foto, dijo que la mujer de la imagen era su madre…--suspiré—Se parecía mucho a usted…
-Sí, Scarlet. Soy yo…
-¿Por qué está conmigo? ¿Me apoya, por qué?
-Porque debo hacerlo, formo parte de este entorno donde debemos ayudar a las almas en su primer duelo…
-¿No le importa lo que suceda entre su hijo y yo?
Me sonrió comprensiva. Era algo extraño saber que hablaba con la madre de mi “alma gemela”
-Me interese o no, de todos modos debían unirse, Scarlet. Pero bueno, basta de charlas…
-No—dije seria.
-¿Qué?—puso cara perpleja.
-No quiero que esto se termine. Quiero saber por qué mis padres murieron, por qué se casó con Mario y por qué no ha ayudado a Frank con su vida—esto último hizo que el rostro de la madre de Frank se volviera triste, incluso podría jurar que sus mejillas en vez de tornarse rojas de coraje, eran moradas, como si alguien la hubiera golpeado.
-Scarlet—respondió con voz fuerte—No tienes idea de lo que traté. De lo mal que me sentí al dejar a Frankito con Mario.
-¿Usted ya sabía que él era malo?
-Desde el primer momento en que lo ví. Pero me….
-amenazó—completé su frase. Esto me hizo recordar algo.
 Cuando yo era una niña de siete años o más, mi hermana y yo visitábamos a la abuela, cuando regresamos a la casa, había un hombre hablando con mamá y papá. Entramos y nos vieron, papá nos ordenó que saliéramos a jugar, lo cual fue extraño, pues cuando vas a jugar nunca lo haces porque alguien te obligó. En fin, mi hermana salió, pero yo me quedé detrás de la puerta principal de la casa…
 Escuché que esa voz grave le gritaba a mi madre, mi padre intentaba defenderla, pero el otro solo lo ignoraba. Decía palabras que en ese momento no entendía: “estaba frenéticamente enamorado de ti”
 Las palabras “frenéticamente” junto con “Enamorado” no podía yo ponerlas juntas y darles algún significado importante…  Pero ahora sé algo más. Mario asesinó a mi padre por venganza…
-Debes salvar a mi hijo…--me anunció ella interrumpiendo mis pensamientos—Por favor. Es por eso que te dije que ya no teníamos tiempo de hablar—su voz comenzaba a sonar suplicante—Hace un rato escuché a Mario, bajé con él mientras tú estabas con Frankie. Lo escuché decir que iba a hacerle algo, que era el día perfecto… No entendí
-Está bien—suspiré una vez más—Pero… si no es mucha molestia, ¿Cuál es su nombre?
-¿Frank no te lo dijo?
-No
-Soy Linda.
-Muy bien, Linda. Haré lo que pueda, de cualquier forma es mi “misión”.
-Sí. Es por eso que yo no pude salvar su vida de las catástrofes que le esperaron con Mario.
-¿Por qué no lo detuvo antes de fallecer?
-Lo intenté—me dijo mientras miraba a la nada, sus ojos brillantes de apagaron—y esa es la razón por la cual estoy aquí…

 Una manita me tomó del vestido blanco.
-Vámonos, Scarlet. Va a llover…
-¿Qué?
-Cuando un alma de este cielo recuerda cosas tristes comienza a llover—dijo la pequeña Scarlet de vestido azul.
-¿A dónde vamos?
-A donde sea…
-Quiero irme con Frank.
-Muy bien. Pero hay que apurarnos, aquí arriba se pone más feo que en la tierra de los mortales.

*

Volvimos a bajar a la tierra.

Era de noche ya, estaba oscuro el pueblo y el viento soplaba de la manera más escalofriante posible.

Nos encontramos  en la sala de la casa de Mario. Frank estaba parado enfrente de él y el señor estaba acomodado en su sillón gigantesco, lo miraba de forma irónica como si realmente no lo escuchara.

 Se gritaban eufóricos.

-¡Enserio quiero que dejes esa maleta en tu habitación y me hagas de comer!
-¡Te dije que no! Me largo de esta casa ¿entendiste, Mario? No quiero vivir más contigo. Ya soy mayor de edad.
-Eres mayor de edad hace como medio año—bufó--¿Por qué no pensaste en eso antes, idiota?
-Porque era eso; un idiota. Pero hoy no me haces tonto, Mario. Hoy sé lo que quiero y lo que debo hacer.
-Frank—le habló serio el hombre de cicatrices—No puedes irte.
-¡Ha! ¿Quién va a impedírmelo? ¿Tú? Si solo eres un hombre obeso que se sienta en cualquier lugar y da órdenes.
-No soy tan gordo
-Bien, no lo eres. Pero no haces nada más que ordenar a gente que a veces ni conoces—volvió a tomar la manija de la maleta—En fin, me largo.
-No puedes irte—repitió mirándolo de forma retórica.
-¡No voy a seguir siendo tu ama de llaves! ¡Ni tu cocinera! ¿Entendiste? Quiero irme.

La pequeña Scarlet y yo nos sentamos en el suelo viendo la escena. Me sentí orgullosa de Frank al tener las agallas de enfrentar a Mario de tal manera.

Frank dio un paso acercándose a la puerta, pero Mario lo tomó de la mano izquierda con mucha fuerza, haciéndolo retroceder.
-¿Qué haces?
-Lo estoy deteniendo, señor adulto—se burló Mario

El cielo comenzó a tronar y segundos después cayó una tormenta ruidosa.
-Te dije que llovería—me susurró la pequeña de vestido azul.

Frank soltó de nuevo su maleta.
-No lo hagas. Ya lo decidí y lo pensé muy bien. Estaré perfecto aunque sea viviendo en la calle.
-No vas a irte, Iero.
-Oh ¿Quieres ver?
-Frank. No soy tan idiota, el cuerpo de Scarlet tiene mis huellas y las tuyas. Nos denuncié porque sabía lo que harías.
-¿Eres baboso o qué te pasa? ¿Por qué nos denunciaste? Te denunciaste incluso a ti—su rostro comenzó a enrojecer.
-No me interesa. Si eso va hundirte, entonces está bien para mí—rió de forma macabra—De todos modos yo ya viví mi vida. He estado en lugares peores que los reclusorios, podría morir en un lugar de esos y no me dolería tanto como la muerte de Linda
-¡Cállate! No te creo, a ti la muerte de mi madre no te lastimó ni un vello.
-¡Claro que me dolió! Pero  ¿Sabes qué me dolía más?—hizo una pausa—Que ella no me amara tanto como quiso a tu mugroso padre.

  Entonces eso era, Mario trataba como basura a Frank porque tenía resentimientos hacia su papá.

Así que Mario estaba enamorado de mi madre y de la madre de Frank. Asesinó a sus respectivos esposos y luego las asesinó a ellas.


-¡Tu asesinaste a mi madre!—gritó y una gorda lágrima cayó sobre su mejilla izquierda. Cerró los puños.

Mario comenzó a sollozar tomándose el rostro entre las manos.
-Yo… yo no quería…--murmuraba—sus palabras me herían—sorbió la nariz--…esa mañana Linda estaba hablando sobre lo tanto que te parecías a tu padre. Y los celos no me dejaban ver lo que le estaba haciendo.
  El cuerpo de Frank temblaba de coraje a mi lado, sus dientes chirriaban y sus ojos fueron inundados por las decenas de gotas cayentes.


“Odio la voluptuosidad de este hombre de mierda” leí el pensamiento de Frank.

Mario se secó las lágrimas y volvió a incorporarse poniendo cara seria.
-Bien, Frank… te vas a quedar aquí o si no la justicia va a encontrarnos y te llevarán a la cárcel.
-¡No me vas a detener!—gritó mientras salía de la casa corriendo y olvidando la maleta donde llevaba sus cosas.

*

Yo seguía con Frank caminando debajo de la tormenta.
-¿Qué harás?—susurré en su oído.
 Dejó de andar mientras se mojaba completamente debajo de la lluvia.
-No lo sé—murmuró—Esto es confuso. Mario amaba a mi mamá y ella nunca le mostró mucho interés. Sé lo que se siente

“Golpe bajo” pensé recordando que yo tampoco notaba mucho a Frank antes.
-Supongo que buscaré a Gerard
-¿Qué?

Me detuve en seco tratando de digerir lo que acababa de decir mi alma gemela.
-Sí, Scar.  Debo buscar más ayuda, no quiero vivir con Mario. La situación podría llegar a ser más dura de lo que ya es y quizá pueda a asesinarme a mí también—intentó mirarme obviando que yo era invisible—Tengo miedo, Scarlet.
-Bueno…--pensé—Si piensas que esa es la solución, entonces busca a Gerard.
-¿Estarás conmigo siempre?
-Sí tienes miedo realmente—afirmé
-Sí, demasiado. Por eso te pregunto si estarás conmigo siempre. Espero que si alguien llega a amenazar mi vida estés ahí.
-Siempre estaré, Frank.
-Bueno—miró el cielo—Voy a buscar un teléfono público y trataré de obtener el teléfono de Gerard. Espero me ayude.
-De acuerdo


Frank volvió a caminar.
-Scarlet
-¿Qué?
-¿por qué llueve tan fuerte hoy?
-tu madre está llorando
  Frank volvió a abrir los ojos

-¿Es poesía lo que me cuentas?—comenzaba a hablar fuerte pues los golpes de cada gota sobre la tierra hacían gran escándalo
-No, claro que no.
-¡No puedo verte otra vez!

  De nuevo me concentré para que lograra hacerlo. Esta vez fue más rápido.
-¿Ya?
-Sí—sonrió mientras andaba a paso veloz sobre la lluvia escandalosa—Scarlet
-¿Qué?
-¿Crees que si llamo a Gerard me ayude?
 -¿Estás loco?—le dije hablando igual de fuerte
Llegamos al supermercado donde se encontraban las prostitutas que deseaban a MI Frank.
-Gerard es buen amigo. No me ha hecho nada malo a mí.

Tal vez Frank tenga razón.

Lo único importante es que salga de su casa por siempre… Huir, eso, huir es lo mejor

11 nov 2011

My Murder: Capítulo 14

"La única esperanza para mí eres tú, solamente"
(My Chemical Romance)

-Frank. ¿No piensas hacer nada para salvarte?-le pregunté inquieta.
-Si no pude salvarte a ti aquella noche ¿Cómo crees que yo salvaría mi vida?—contestó.
-Pues… es que en ese entonces no habías salvado tu vida, así que no podías salvar la de otra persona.
-Scar…--llamó mi nombre con intriga.
-¿Sí?
-¿Podrías perdonarme? Creo que es lo que necesito para seguir viviendo.
 Reí un poco. Era tan lindo verlo vulnerable.
-Pero si yo ya te perdoné desde hace mucho—mentí para darle seguridad. Lo había perdonado hace un día. Qué imbécil sonó eso—Frank, ahora no te preocupes por mí. Eres tú quién me preocupa
 Dio un respingo.
-¿yo te preocupo? ¿Cómo es que eso puede estar pasando? Creí que yo era el invisible para ti.
-Uhm. Lo eras—comenté siendo honesta—Pero ya no lo eres. Entendí que yo fui egoísta.
-No, fui yo el egoísta. Por mi culpa falleciste tú, dejé que te asesinaran para tener un techo donde vivir, Mario me amenazó—suspiró—bueno, perdóname.
-Ya lo hice
-¡Pero quiero que me lo digas!
-Está bien, está bien. No te enojes… Yo te perdono, Frank. ¿Ya?
-Gracias—contestó con una sonrisa radiante--¿Crees que ya pueda verte?
-Oh. Pues… realmente no conozco el protocolo.
-¿De qué hablas? ¿No habías aparecido ante otros antes?
-No
-Ah, ya veo.
-Bien. Intentemos. Uhmmm Concéntrate.
-¿En qué?
-Pues, no sé. A ver… Como si pidieras un deseo—enserio me sentía tonta. Él comenzaba a ponerme nerviosa. Es que era tan… lindo—Sí, en tu cabeza. Como si pidieras que quieres verme, quieres ver un fantasma… ¿Enserio quieres ver un fantasma?
-Si se trata de ti, claro que sí. Nunca había visto algo sobrenatural hasta el día en que Mario te… tu sabes.
-Sí, ya olvidemos eso.
-Ese día, después de que él te asesinara, comenzaste a moverte como loca. Pero estabas agonizando, yo me espanté tanto que salí corriendo a vomitar. jeje, lo siento. Y luego regresé esperando a que volvieras a respirar. Pero no fue así.

Qué… romántico su comentario.
-¿Podemos olvidarlo ya?
-De acuerdo
-Ahora, concéntrate.
 Asintió con la cabeza. Cerró los ojos y frunció los labios, creo que intentaba ponerle más fuerza a su mente. Yo también los cerré concentrándome de igual manera para que pudiera verme.
  Sólo espero que no logre ver los moretones que tengo, no quiero asustarlo

 Pasaron varios minutos.

Él comenzó a reír, reacción que me sorprendió.
-¿Qué?—pregunté separando los párpados.
Frank estaba sentado sobre el suelo, debajo de un cuadro, el cual tenía un dibujo hecho por él. Reía disimuladamente.
 -te ves linda
 Me señaló un enorme espejo que colgaba de la pared justo a mi izquierda. Volví a ver mi propio fantasma en un espejo. Por suerte sólo se veían las ropas que traía, ni un moretón. Incluso el vestido blanco que la abuela me había regalado, y con el que yo había muerto, parecía remendado a la perfección. Mi cabello seguía enredado, pero parecía un ángel de verdad.

-¿enserio te gusta cómo me veo?
-Claro. Es como te recuerdo—me sonrió y yo hice lo mismo.
 Me senté a su lado. De veras quería conocerlo, me atreví a preguntar.
-¿Cuándo es tu cumpleaños?
-¿qué? ¿Es la primera noche en que podemos hablar y te dignas a preguntarme por esa fecha?
-Oh… sí. No tengo otra cosa en mente.
-Bueno—su semblante había cambiado, parecía que su cara brillaba—Pues es en Octubre.
-Uh, Halloween
-Sí, exactamente el 31.
-¿enserio?  Qué genial.
-¿Qué más quieres saber de mi?
-¿Tú no quieres saber nada de mí?
-Lo sé todo de ti, Scarlet—me sonrió.
-Bueno. ¿Qué haces en tus tiempos libres?
-Asesinar gente, y también me gusta interactuar con fantasmas traslúcidos.
Rió
-Es un chiste. Ríete—dijo mostrándome sus dientes.
  Logré entender, y me reí con él.
-En realidad me gusta la música. Toco la guitarra—dijo señalando una guitarra blanca con letras. Sonrió—Se llama Pansy
Y así era como decían las letras “Pansy”… Chico raro, hobbies raros, nombre de guitarra raro, igual a: Frank. Muy bien.
-genial. ¿Y tú escribiste la letra de la canción que habla sobre mí?
-Ah, así que fuiste tú quien abrió mi cuaderno.
-Lo siento.
-No te preocupes, de todos modos pensaba dártela… claro, antes de morir.
 De pronto todo se quedó en silencio. Nos vimos a los ojos. Yo a los suyos avellana y él a los míos, transparentes.
“Aprenderás a dar consejos” sonó una voz en mi cabeza. Había olvidado la razón por cual estaba aquí, debía ayudar a Frank. ¿Pero, Cómo?
-Oye—dije rompiendo el hielo--¿tienes alguna idea de cómo salir de aquí?
-La única vez que me dejan salir es cuando voy a la escuela.
-De veras. Debes irte.
-No importa. Una falta en todo el año no le hace daño a nadie
-¿Nunca faltas a la escuela?
-Claro que no. Prefiero estar ahí soportando niñitas lloronas y muchachos superficiales que quedarme con Mario.
 Bien, ya lo conocía más: 1.Su cumpleaños, 2. Su hobby era dibujar y tocar música, 3. amaba la escuela igual que yo.
-Las letras de mis canciones también mencionan querer volar o cosas por el estilo. Es como si leyera un libro, como una forma de escapar en mí mismo de la vida tan… asquerosa que tengo—dijo esto mirando a la nada. Se levantó dejándome sola en el piso. Luego tomó la fotografía del escritorio y también su cuaderno donde vi el dibujo y la canción que hizo de mí. Y regresó a mi lado.





Escapar. Esa era la solución.
Un escape normalmente funciona. Los hay mentales y físicos.
  Los ejemplos de los escapes mentales tienen que ver con huir de la cruel o, en algunos casos, muy buena realidad que el individuo vive, supongo. Siempre se presentan como el caso de Frank: en poemas, la música, canciones… Cosas que nos puedan hace imaginar una vida mejor para nosotros mismos. Es como si tu propia mente te salvara.


-escapar—repetí—yo hacía eso también, huía de mis lágrimas por mi familia muerta. Lo hacía escuchando música o haciendo música.
-también hay otras formas de escapar, Scarlet.
-¿ah, sí?
-Como cuando alguien te tiene secuestrado o algo así. Entonces comienzas a idear un plan para salir del lugar. Cuando lo logras, antes de que se den cuenta, tú ya estás corriendo a miles de millas de ahí. Corres lo más rápido posible, tan rápido que tus pulmones se llenan de aire frío y el pecho te duele. Pero tú solo quieres ser libre y no te importa y sigues corriendo hasta que no sientes las piernas…

 Verlo hablar es de las cosas más hermosas que he podido apreciar en una persona.
-¿Tu has escapado alguna vez?—pregunté. Pues parecía que eso él a lo había vivido.
-No, y no pienso hacerlo. Mario me hizo jurar que nunca intentaría cosas como esa, entre esas cosas estaba la idea de querer matarlo. ¿Entiendes? No puedo escapar de aquí, estoy condenado a vivir un infierno a su lado. Preferiría morir.

Los escapes físicos son eso, una huida, cuando encuentras algún lugar real para esconderte, como un sótano, una bodega, un bosque, la casa de tu abuela, un baño público. Lo que sea, de todos modos ayudará a que la gente que quiere asesinarte no te encuentre jamás, o que-por lo menos- retrase el momento en que deban hacerlo.

Frank ya había encontrado escapes mentales, pero… él ahora no necesitaba solo letras de canciones ni notas musicales, necesitaba un lugar donde guardarse, donde ni al muerte pudiera encontrarlo. Yo iba a ayudarlo.

Y para eso antes necesitaba que confiara en mí y así poder convencerlo.
El miedo a Mario que Frank tiene le impide soñar.

-Así que le temes a Mario.
-Supongo.
-¿y si te digo que escapar sería la mejor de las soluciones de tu vida?
-¿romper mi promesa con ese bastardo? no lo creo.
-¿Por qué no? De todos modos nunca lo has intentado. ¿y si realmente Mario no te hace nada y todo eso que te dijo son simples amenazas que él jamás podría cumplir?
-¿y si sí son?—su corazón comenzó a latir más rápido de lo normal. Su cuerpo temblaba.
-Frank—lo miré seria. Estaba harta. Era lindo verlo un poco vulnerable, pero no era para tanto—Mírame—me obedeció--¿alguna vez has visto a Mario asesinar a alguien?
-No…--contestó pensativo
-¿Ves? Ni siquiera a mí me mató.
-Tienes razón, Scarlet—soltó una risita—Siempre fuiste la chica inteligente.
-Supongo
-¡Já!—se burló
-¿Qué?
-Te hice ruborizarte--Se levantó, yo también lo hice. Comenzó a dar un bailecito muy raro—Mírenme, soy Frank Iero e hice que se ruborizara un fantasma—canturreó
-bien, bien. Lo lograste ¿ahora qué?
-No lo sé—suspiró tornando los ojos y luego volvió a mirarme—Creo que tienes razón, enserio… Creo que lograste converncerme. No sé cómo lo hiciste…
-¿Y ahora qué?
-Supongo que haré mis maletas.
-¿Estás hablando enserio?
-Me diste esperanza, Scar. Como cada vez que te veía.
-¿a qué te refieres?
-A que siempre que me encontraba contigo, a propósito o sin querer, me alegrabas el día y me hacías pensar que mi vida no era tan mala si estabas ahí.

Un chasquido sonó de nuevo. Por suerte Frank seguía ahí. Pero creo que ya era hora de irme.
-Frank. Tengo que irme ya
-¿Enserio?—su cara se tornó algo oscura.
-Lo siento. Prometo volver a visitarte. Aún tengo asuntos pendientes.
-Antes de que te vayas… quiero preguntarte si la has visto—me mostró la foto que había tomado hace unos minutos.
-¿Quién es?
-mamá—su voz se quebró en la última sílaba.
Observé la fotografía. La mujer era idéntica a La Ayudante de los ángeles Consejeros. Sí, era ella.
-Seguro. Tu madre es uno de los ángeles más geniales que he conocido—le sonreí recordando  lo que ella hacía—Creo que ella siempre te visita. Y está celosa de mí.
-¿enserio, por qué?
-Porque sabe lo que… siento por ti—confesé, pero nada me dejó ver su respuesta.
 Todo se movió y volví al lugar que me hacía sentir feliz. Todo seguía blanco. A mi lado estaba justamente la madre de Frank

8 nov 2011

My Murder: Capítulo 13

"Y todo lo que puedo saborear es este momento. Y todo lo que puedo respirar es tu vida..."
(Goo goo dolls)




Regresé a la nube. Bob ya no estaba ahí.
-Entonces fue él quien me dio ese collar y no mi hermana como siempre creí
-Exacto—sonó una voz detrás de mí. Era la pequeña Scarlet.
-¿Es por eso que él se quedó el collar?
-Sí. Mencionó que quería tener un último y único recuerdo de ti después de verte partir.
-Vaya. Entonces es cierto que me ama.
-Sí—dijo sonriente--¿Tú sientes lo mismo, Scar?—preguntó abriendo los ojos y arqueando las cejas.
-Creo que sí.
-¡Muy bien!—me dijo felicitándome como si fuera un niño de preescolar que hubiera aprendido a leer la palabra “abeja”—Entonces estás lista para lo siguiente, supongo.
-No supongas—dijo una mujer parada sobre una nube cercana a la nuestra—Es verdad. Scarlet está lista para el siguiente nivel. Se nota en su corazón de fantasma que ha aprendido muchas cosas, es obvio que está lista.

La mujer usaba un largo vestido color azul marino, sus ojos enormes eran del mismo color que los de Frank: avellana. Sonreía segura.
-Ve con ella—me dijo la niña de vestido azul.
 Obedecí saltando hacia la otra nube.
-¿Quién eres tú?—le pregunté curiosa.
-Soy La Ayudante de los Ángeles Consejeros.
-¿Ángeles Consejeros?
-¿Alguna vez te has preguntado por qué a veces escuchas que algo te susurra que, hagas o no, algo?
-Supongo… Eso se llama conciencia.
-Así lo llaman los humanos, pero en realidad, el inframundo está lleno de ángeles y demonios que logran hablar con los humanos. Incluso ambos logran proyectarse ante la vista de ustedes, pero muchas personas no creen en nosotros, así que nos ignoran.
-¿Qué voy a aprender hoy?—presiento que comencé a sonar como una niña curiosa.
-Aprenderás a dar consejos. Tu proyecto se llama: Frank Iero.
“¿Enserio?” pensé con ironía.
-Sí, enserio…--contestó a mi mente, ¿acaso lograba escuchar mis pensamientos?—Sí, los escucho. Así como tú aprenderás a hacerlo con Frank.
-Bien. Estoy algo asustada, pero sé que no moriré de un infarto—reí por la broma, pero ella siguió mirándome seria--¿Qué más debo hacer?
-Lo que creas necesario.

De nuevo un chasquido se oyó y regresé a la habitación de Frank.
*

Ya era de día. El sol pasaba por la ventana de su habitación. Seguía dormido en la misma posición en la que lo dejé.
¿Tan rápido había pasado la noche?

  Me senté sobre un árbol que daba a su ventana, lo observé mientras dormía. Otra vez.
  Suspiraba de vez en cuando,  una vez se rascó su nariz, minutos después logró abrir los ojos. Miró la ventana, sentí como si me observara a mí.
-¡Oh, por Dios!—exclamó exaltado cuando hubo abierto bien los ojos y se incorporó sobre la cama--¿Scarlet?
-¿Me ves?—pregunté… pero no respondió.
-No, no eres tú… --murmuró minutos después.
  Y apartó la mirada desconcertado del árbol donde yo estaba sentada. Cuando se levantó, noté que sólo usaba un short negro y tenía el torso descubierto, sobre su pecho brillaba algo. Era la clave de sol de mi collar.
-Te dije que los humanos no querían creer en nosotros—dijo aquella mujer de vestido largo, su aparición me tomó por sorpresa—Logró verte, ya es un paso bien dado—dijo como quien no quiere la cosa—Ahora falta que crea en ti para que puedas terminar tu misión.

Y volvió a desaparecer.
Que crea en mí… ¿cómo demonios voy a hacer eso?

*

  Lo seguí hasta el comedor de la casa donde vivía.
Tomó un jugo de naranja y un pan dulce de la alacena.
-Perfecto. Hoy tengo más hambre que nunca y Mario no se digna a comprar ni una mierda de tragar—comentó molesto.
   Tomó una ducha.
  Sentía ganas de recordar cómo era tomar una ducha siendo humano. Hace mucho que no sentía frío ni calor, que no olía nada más que mi propia muerte, que no tenía hambre ni sueño. Estaba helada de verdad.

   ¿Podré escabullirme entre la puerta para espiarlo? Pensé. ¿En serio sería capaz de hacer eso? ¿Espiar a un… chico?

  De todos modos no se daría cuenta.
¿O sí?

  Tardé mucho en decidirme… sería la primer travesura en años que hubiera logrado.
   Para cuando decidí entrar, Frank ya estaba saliendo del baño con una toalla amarrada a su cadera.
   Me cubrí los ojos, normalmente no me metía en la intimidad de nadie más que no fuera yo misma. Me sentía algo incómoda estando en su habitación mientras su fragancia se paseaba por cada rincón de ésta. Pero al mismo tiempo tenía curiosidad de saber más cosas sobre él, quería encontrarme con más sorpresas.    

  Me estaba enamorando y quería conocer lo que pensaba, cómo pensaba, por qué pensaba así, cuándo era su cumpleaños, su comida preferida, qué estudiaba… Quería tener todo detalle de este humano que me amaba sin condición.

  Mientras él se paseaba por su habitación buscando ropa, zapatos y cosas que ponerse, yo también lo hacía pero buscaba más datos sobre él, quizá un cuaderno, un dibujo, alguna nota. Lo que fuera… Siempre trataba de no chocar con él, qué tal si se encontraba con mi fría presencia de nuevo y lograba asustarlo.

  Sobre el escritorio de madera, donde estaba el retrato de la mujer y al lado mi collar, también encontré una libreta negra. La abrí con cuidado mientras él rebuscaba entre sus cajones.
  Eran canciones. Letras de desamor y muertes estaban plasmadas con la gramática de Frank. Me cautivó pensar que era un buen artista. En medio de las hojas había un papel de color rojo suelto.
“Scarlet Fields Forever”
decía al inicio, sonaba como el título de esa canción de The Beatles … ¿cómo era?
Ah, sí
“Strawberry Fields Forever”

Leí lo siguiente; era una canción también. Pensé que sería algo parecida a la canción de esa banda, pero no. “Scarlet Fields Forever” decía cosas sobre mí y sobre él, hablaba de los buenos sueños que él tenía conmigo y del rechazo que sufría de parte de mí…
-Diablos, sí fui egoísta—murmuré. Frank volteó al escritorio, donde yo me encontraba. Pero volvió la cabeza en seguida.


  Al último del cuaderno había un boceto… era yo.

   Me dibujó sentada sobre una banqueta con mis audífonos puestos y el suéter de mi hermana. En medio del pecho me dibujó mi collar, también dibujó mi cabello a la perfección, puso mis uñas pintadas… era toda yo a lápiz. Era como si estuviera viendo una perfecta fotografía mía.

  Esto me llenó más de cariño hacia él, pues jamás nadie se había molestado en hacerme un dibujo o una canción.
-¿Qué hago para que logre verme? Tengo que decirle que estoy bien, no puedo dejarlo solo… no puedo—de nuevo volteó al escritorio, pensé que me había escuchado. Creo que debo dejar de pensar en voz alta.


  Ya usaba un par de pantalones de mezclilla con una sudadera azul marino y sus converse blancos cuando se dirigió al escritorio.
  Estaba muy cerca de mí.


-Vaya, de este lado del cuarto hace más frío—murmuró pensativo. Se acercó más a mí, yo aún tenía las manos sobre el papel rojo dentro de la libreta, su aliento me dejó petrificada… era exquisito--¿Qué haces abierto?—dijo mientras tocaba la libreta y rozaba al mismo tiempo mi mano, el tacto lo hizo estremecerse—Qué diablos… --exclamó al sentir mi frío.
 Me acerqué a él mientras tomaba la libreta negra y la cerraba, susurré en su oído
-
Soy yo, Scarlet.
-¿Qué?—dijo y su cara de crispó.
-¿Puedes escucharme?
Se sentó sobre su cama con las cobijas revueltas tomando la libreta. La abrió en la última página donde se encontraba mi dibujo.
-¿Scarlet?—una lágrima salió rápida de su ojo izquierdo. Se puso tenso. Luego se quedó petrificado viendo a la nada mientras más lágrimas le llenaban las mejillas
-No tengas miedo—seguía susurrando en su oído.
-No tengo miedo—repitió mientras salía de su trance. Se levantó de su cama y volvió al escritorio. Tomó mi collar—Esto es tuyo, supongo
-¿Crees que estoy aquí, de verdad?

-Sí—respondió más seguro mientras secaba sus lágrimas con la manga de la sudadera. Extendió el collar en otra dirección--¿dónde estás?
-¿No logras verme aún?
-No, no puedo…--de nuevo las lágrimas aparecieron —Scarlet… ¿eres tú de verdad? No quiero bromas pesadas…
-en serio soy yo-contesté mientras tomaba su mano entre las mías--¿Me sientes?
-Claro que te siento, estás fría—dijo y su mano comenzó a temblar--¿Eres un fantasma?
  Su pregunta me tomó por sorpresa, al igual que cada reacción en él. No sabía qué responder, ¿qué era yo ahora? ¿Un demonio, un ángel, un fantasma o una simple alma en pena?
-Creo que lo soy
-¿Qué haces aquí?—comenzó a sollozar--¿Vienes a cobrar venganza? Porque ahora sí tengo miedo
-No, no… la venganza nunca fue una opción para mí
-¿Entonces, qué haces aquí?

-Vine a avisarte que sé lo que sucede. Sé que no fue culpa tuya, vine a decirte también que estoy mejor de lo que crees…
 
Se levantó y movió los brazos en el aire
-¿Dónde estás?—comenzó a temblar de nuevo, ya que palpaba mi rostro. Se sentía tan… bien--¿enserio sabes lo que sucedió?
-Sí, Frank—le contesté con voz segura.
-¿Sabes mi nombre?—dejó sus manos sobre mis mejillas acariciándolas. Si alguien más lo hubiera visto, habrían pensado que estaba loco. Por suerte su padrastro, Mario, había ido a trabajar.

-Siempre lo supe
Sonrió después de que dijera eso.
-Quiero verte, Scarlet. ¿Cómo puedo verte?-comenzaba a sonar más seguro de lo que decía. Se acercaba más a mi—Te siento, ¿Siempre has sido así de fría?
-No, creo que no
-Dime. ¿Cómo llegaste aquí?
-Soy un alma que busca su pasado para seguir su presente, de alguna manera.
-¿Qué quieres saber?
-¿Por qué dejas que te traten así, Frank? Creí que eras una persona libre—comenté con algo de molestia, el dejó de mover los brazos, dejó de tocar mi rostro y volvió a tensarse. Amaba que sucediera, pues cada vez que se pone así, sus hermosos ojos se abren como platos y me cautivan mucho más.
-Yo… no lo sé—respondió jadeante—Él es una plaga horrible, sabe cómo controlar a la gente. Incluso logró controlarte aquella noche.

Perfecto, esto ya es un comienzo. Tal vez así logre saber más sobre lo que sucedió esa noche en la que mi corazón dejó de latir

23 oct 2011

My Murder: Capítulo 12

"Y pude haberme quedado contigo toda la noche, de haber saber cómo salvar una vida"
(The fray "and I could have stayed up with you all night...")


Cerré los ojos, me acurruqué al lado de Frank llevando mis rodillas al pecho.
-…me hubiera quedado despierto contigo toda la noche, de haber sabido cómo salvar una vida…--escuché que cantaba…

No podía creerlo, estaba llorando con él. Miré mis piernas. Todo comenzó a darme vueltas.

Para cuando me di cuenta, yo ya no estaba sentada sobre la cama de Frank. Volví a la misma nube donde me detuve hace un momento con Bob.

 Él estaba ahí, vi sus pies descalzos sobre  la suave nube.

-¿Qué haces, Scarlet?—preguntó después de unos segundos, pero no respondí. --¿Por qué lloras?
Descubrí mi cara.

-Sí. Lloro… ¿No puedo hacerlo?—sollocé.
-Claro que puedes—dijo sentándose al lado de mi—Pero no deberías. Ya se lo dijiste: estarás en un lugar mejor. Ya no llores, pequeña Scarlet.
-No entiendo por qué lloro.
-eso pasa cuando las almas están realmente conectadas.
-¿Ves? Entonces déjame llorar con él.
-No puedo
-¡¿Por qué no?!
-Porque si te dejo, harás que su problema lo hunda por completo. Lograrás que se deprima más. Imagínate: las dos partes de un alma completa deprimidos… ocasionarías que se vuelva un ser suicida, Scar. Harías que su sufrimiento se vuelva interminable. Y apuesto a que no quieres eso—me dijo posando de nuevo esos azules ojos sobre los míos.
-Pues… no
-bien, hoy aprenderás a ser fuerte, Scar—sonrió y de nuevo se esfumó.

Frank no era malo. Ahora lo sabía… Su madre se había casado con Mario diez años más tarde cuando el padre de Frank falleciera unos meses después de que él naciera. Pobre muchacho.
 No era culpa suya que Mario, en vez de ser un hombre honrado, resultara ser un asesino en serie.


 Hoy también me había dado cuenta de que él fue el único que estuvo ahí para mí… aunque yo jamás quise notarlo.
  Al saber esto veo que lo amo más que a cualquier otro ser en el planeta, incluso más que a mí misma, al ser claro una chica egoísta. No podía dejarlo sufrir.

  Y es que él me calmaba. Siempre estuvo ahí. Estuvo ahí cuando morí, y en vez de hacerme enojar, me sentí mejor. Estuvo ahí también cuando Gerard obedeció las órdenes de Mario y me tiró a la laguna del parque del pueblo. Estuvo ahí cuando tuve que enfrentar mi propia autopsia, también en mi funeral y mi entierro. Siempre quiso acompañarme…
  Soy yo la egoísta, porque en vez de agradecerle, me dediqué a maldecirlo por haberme dejado sin respiración.

Bob volvió a aparecer sentado a mi lado.
-¿Has recordado algo últimamente?
-realmente no…--dije ya sin lágrimas—Desde que fallecí, la memoria se me ha estado borrando, casi no recuerdo mi primer día de escuela. ¿Esto es normal?
-Sí. Es normal que comiences a olvidar tu vida humana ya que has fallecido, querida—contestó con nostalgia—Yo tampoco recuerdo lo que me sucedió a mí…
-¿Por qué preguntaste si recordaba algo sabiendo que comienzo a olvidar cosas?
-Porque normalmente, el último recuerdo que un alma en pena tiene es el que le da pistas para terminar su misión…
-tuve uno con la pequeña Scarlet. Me llevó a recordar lo que me habían hecho. Fue horrible.
-Ah, no… no hablo de un simple recuerdo. Hablo de que regresas al pasado para saber un poco más… para comprobar algo.
-¿Enserio? Todo esto me parece una película.
-Pero no puede serlo. No hay cámaras a tu alrededor…
-Lo sé. Ojala fuera una película, o un mal sueño. Pero sé que no lo es… no lo es.
-Lamento decir que no, Scarlet. Esto no es un sueño. Esta es la vida…
-¿Crees que ya deba tener algún recuerdo?

Después, Bob se quedó petrificado y escuché un chasquido. ¿Por qué siempre deben ser chasquidos y no una campanita o algo así? …



***

Estaba sentada sobre la banqueta de una calle cualquiera.
Mi cuerpo era menudo. Al parecer tengo nueve años.
La gente pasa sin notar que estoy aquí.
Mamá y papá no vienen a buscarme.
Ni siquiera mi hermana gemela se encuentra a mi lado.
¿Qué pasa?


Miro mis rodillas, están raspadas.
Tengo un pañuelo en la mano derecha y en la otra una tarjeta.
“Espero se mejore tu hermana pronto”
Dice con letras escritas en cursiva.
-¿De quién es esto? ¿Es mío?


Una mano toca mi hombro. Volteo, y a mis espaldas hay un niño un poco más grande que yo. Tiene una chamarra verde puesta y su capucha está sobre su cabeza. Sonríe tímido.
Sus ojos… me recuerdan a alguien.
-Hola, Scarlet—saluda
-Hola…Olvidé como te llamabas.
-No interesa. Oye, ya no llores ¿sí?—se sentó a mi lado y secó una lágrima que se desbordaba por mi mentón.

Diablos, enserio estaba llorando. ¿Dónde estoy?
 ¿Acabo de regresar al pasado como dijo Bob?

Me abrazó.
-Mi madre también  falleció. No te preocupes, Scar. Yo te voy a cuidar porque eso hacen los amigos. Aunque tu familia se vaya a donde las almas buenas van, yo me quedaré contigo.
Me dio un beso en la mejilla.
-Gracias—respondí de forma automática—Yo también pienso cuidarte. Perdón pero ¿por qué murió tu mami?
-¿tu hermana está mejor?—respondió evadiendo lo de su madre.
Su comentario me recordó a una niña pequeña llena de tubos sobre una camilla de hospital.
-Creo que no…--dije sollozando.
Volvió a abrazarme.
-No te preocupes—repitió—yo no creo que tú la hayas golpeado.
-¿Enserio? Es que todos me molestan diciendo que los moretones de su espalda yo se los hice. La abuela también me cree.
-tú no harías eso. Yo sé que no harías eso…
-Gracias…
enserio no recordaba el nombre del chico.
-Siempre estaré ahí para ti, querida Scarlet.
-Gracias. Enserio… ahora debo irme.
-Adiós Scar…--se despidió después de ayudarme a levantar de la mojada banqueta.
 Me dio otro besito en la mejilla y luego tomó mi mano.
-Toma, antes que te vayas quiero darte esto—y puso un collar con una clave de sol en él sobre mi mano.
-¿enserio es para mí?
-Sí. Te quiero, no lo olvides.
-Claro que no… Frank

Soltó una carcajada.
-Recordaste mi nombre…



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