2 feb 2012

My Murder: Capítulo 19

"Déjame ser el primero en decir que lo siento..."
(My Chemical Romance "Let me go on record, be the first to say I'm sorry")

-¿Helena?—fue lo único que logré decir con voz ronca.

Abrí los ojos, pero luego estos se me cerraron ante la blancura de la habitación, la luz que las lámparas del techo proyectaban era cegadora y mis ojos eran algo vulnerables. Así que decidí  seguir respirando con los ojos cerrados.

 Entonces me sentí viva de nuevo. Respiré. Inhalé y exhalé varias veces, disfrutando de la entrada y salida del bendito aire en mis funcionales pulmones.
   Percibí algo interesante…

  Podía oler. OLER la habitación, llena de medicinas con nombres raros  y algo de alcohol. Percibí con mi piel el frío de esta misma. Era sensacional, no podía creerlo. ¿Quién iba a creerlo?
Sonreí, parecía un sueño.

   Volví a tallarme los ojos recordando que ya estaba de nuevo viva, que debía despertar y que había alguien a mi lado.

  Mis ojos se acostumbraron a la fuerte luz blanca en cuestión de segundos, mismos que el chico a mi lado pasó viéndome despertar. Me incorporé sobre la camilla y miré mis brazos llenos de intravenosas y después sentí algo en mi pecho.
  Era mi pesado corazón. ¿Por qué esta vez sentía el peso de mi corazón? ¿Lo sentía antes cuando estaba viva en mi propio cuerpo?

-¿Helena?—fue él quien habló interrumpiendo mi primer contacto con el cuerpo extraño.

Fue entonces cuando lo vi. No era un muchacho, era un hombre. ¿Quizá el papá de la tal Helena? o tal vez… alguien que quiso asesinarme.

Vi sus ojos color entre esmeralda y miel llena de pavor. Esa sonrisa chueca y los dientes medio amarillos. No podía creerlo…

-¿Gerard?—mi voz era diferente a la de mi otro cuerpo, pero a pesar de que ese factor y otros muchos eran diferentes, juro que la cara del señor vestido de negro que estaba lleno de lágrimas a mi lado derecho, era la misma que la de Gerard Way. El hombre de 28 años que le ayudó a Mario a asesinarme.

¿Qué será ‘Helena’ de Gerard, que su estado lo hace sentir tan mal?

-Sí me recuerdas—murmuró mirándome aún con ojos rojos. Volteó a la puerta y comenzó a gritar emocionado--¡Enfermera, enfermera! ¡Está bien, enfermera! ¡Ella está bien!
  Se levantó y salió de la habitación corriendo muy alegre, como si de un niño en navidad lleno de regalos se tratara, dejándome sola acostada sobre esa camilla incómoda.


-Uhm… Helena Lee, 21 años, cabello negro, pálida como un vampiro o un muerto ¡jaja!—la voz de la pequeña Scarlet resonaba en las paredes de la blanca habitación de hospital—Aah… ¿qué más?
-¿Día del sarcasmo?—le pregunté recostándome de nuevo.
-Oh, estás fuerte ahora, Scar…--se acercó a mí--¿O debería decir “Helena”?
-No lo sé…
-Pues, acostúmbrate a ese nombre, a esa cara, esa voz y ese cuerpo moribundo. Porque es el que usarás en esta… “Misión imposible”
-tienes algo hoy… Esa clase de bromas no son normales en ti
-Sólo estoy feliz por ti, Helenita.
-Por favor, sabes que no me va a gustar.
-Tú lo sabías, y de todos modos aceptaste. Ahora no puedes echarte para atrás… A menos que quieras que Gerard sufra un colapso.
-¿De qué hablas?
-Ok, sigamos revisando los apuntes del jefe del quinto cielo—tomó una tabla de madera donde estaba un papel lleno de letras y letras, como una historia interminable
-¿Es su expediente o algo?
-Es… la historia de su vida—me sonrió
-¿Yo tengo una?
-Sí, Scarlet tiene una,--habló en tercera persona-- claro termina el día de tu muerte por una violación…
-Sí, sí. Ya lo sé—interrumpí para que no siguiera recordándome por qué estaba aquí.
-De acuerdo, sigamos leyendo—cambió de hoja y se concentró—De acuerdo, estábamos en Helena Lee, 21 años, piel pálida-jo, como un muerto-, una carrera de dibujo casi terminada, sin familia, solo amigos.
-¿Enserio, Helena Lee? … --suspiré-- ¿Razón por la cual está en el hospital?
-Helena, estás en el hospital porque padeciste de un coma muy grave—contestó ella haciendo que me confundiera.
-¿Qué?
-Te dije que debías acostumbrarte.
-De acuerdo—suspiré y pensé—Entonces, Helena… Bueno, yo, iba a morir hoy, pero llegó Scarlet y entonces ¿Tengo mi vida de nuevo?
-sí, Helena. Tu vida regresó—me sonrió—Qué bueno que logres asimilarlo, Scar—suspiró y tomó mi mano—Extrañaré llamarte así.
-yo también…


La pequeña Scarlet desapareció dejándome llena de más dudas y varias voces comenzaron a acercarse.
 Gerard fue quien entró primero muy apurado
-¿Lo ven? Despertó—me señaló y un par de enfermeras y el médico que acompañaban a Gerard me miraron sorprendidos.
-Esto es… es… increíble—susurró una de las damas de blanco
-Lo sé—interrumpió Gerard—Es como un milagro ¿Verdad?

Esperen. ¿Gerard Way creía en los milagros? O sea, el tipo que me asesinó… ¿Enserio mencionó esa palabra sin titubear?

-Si supieras que no fue tan mágico como crees—murmuré y por suerte nadie me escuchó.
   Gerard volvió a pararse a mi lado y tomó mi mano.
-Actúa como si lo conocieras y estuvieras feliz de haber regresado—escuché decir a la pequeña Scarlet, pero no la vi por ningún lado.

¿Yo, actuar? No es tan fácil querer hacerles ver que estás contenta cuando realmente sientes pánico, porque sabes que estás con uno de tus tres asesinos.
-Creo que si ella sigue progresando, podrá salir en un mes—dijo el doctor y antes de salir añadió— Revísenle los signos vitales. Sueros, la respiración… ya saben

Sonreí intentando actuar.
 Las enfermeras lo miraron salir por la puerta y sacaron a Gerard de la habitación. Me examinaron como si de dos científicos y una rata de laboratorio se tratara.

  Los tubos que entraban y salían de mi cuerpo los movían y eso me incomodaba de tal manera que no quería ni verles la cara. Me quitaron algunas agujas y esa máscara de oxígeno que me molestaba colgada de mi cuello.

-No te preocupes, corazón—dijo sonriente una enfermera—Todo saldrá mejor, ya verás. Siempre hay razones por las cuales seguir viviendo
  Su tono maternal me extrañó. Creí que las enfermeras eran groseras, porque siempre pensé que nadie quería trabajar como una.

-Sí, ya puedes dormir más tranquila. Espero hayas aprendido…--continuó la otra y ella sí fue algo dura
-Cállate, ni siquiera se lo recuerdes—dijo la primera golpeándole las costillas con el codo—Ya nos vamos, si necesitas algo, sólo toca este botón—añadió ella señalándome un círculo rojo pegado a la derecha en la pared.
-Bien—fue lo único que dije.

Casi no quería moverme, era extraño ya para mí volver a la vida. Tampoco quería hablar, la voz de Helena era diferente a la mía, un poco parecida. Algo aterciopelada pero al mismo tiempo tenía ese tono agudo que la voz de una mujer necesita siempre.

¿Cómo te sientes?, sonó su voz en mi cabeza. La pequeña Scarlet me hablaba por medio de mi mente humana.

-Rara, pero satisfecha—dije intentando acostumbrarme.
Muy bien. Gerard querrá volver a entrar
-¿Tienes más información?
Sólo puedes buscarla por ti misma, Helena. Dijo la pequeña y al decir el último nombre su voz tembló, tampoco lograba acostumbrarse.

-Scarlet…Scarlet ¿Sigues ahí?—susurré buscando entre el blanco de la habitación de hospital, pero nadie me respondió.
  Miré mis manos, estaban llenas de moretones. Abrí las sábanas blancas y también mis piernas estaban golpeadas. Mi rodilla izquierda tenía una cicatriz y los dedos de mis pies seguían oscuros.
¿Pero qué demonios…?

-Helena—me llamó desde la puerta y volvió hacia mé—Estás bien, qué bueno que hayas regresado. Creí que jamás volvería a verte sonreír
  Gerard tenía los ojos empapados y besaba mi mano.
-Estoy bien… No te preocupes. Y deja de besarme que me quedaré sin ella—le contesté refiriéndome a mi mano, tratando de olvidar que lo conocí el día en que morí.
-Extrañaba tu sentido del humor, hermanita
-¿hermanita?
-Sí—me sonrió—Helena, eres mi hermana menor, hija de otro padre, pero eres mi hermana. No bromees ni me digas que no lo recuerdas
-No, sí… Sí lo recuerdo—contesté fingiendo—Pero… ¿Qué pasó? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué hospital es este?

  Entonces Helena Lee es media hermana de Gerard, quizá esa sea la razón por la cual jamás oí hablar de ella.
  La cara de ‘mi hermano mayor’ se crispó y luego se volvió seria. Se recostó a mi lado y comenzó a acariciar mi cabello
-No tengas miedo, Helen… No lo recuerdas porque el choque fue muy fuerte.
-¿Choque?
 Él suspiró y siguió con mi mentón.
-Helena, todo esto fue culpa mía—su voz era melancólica—Por favor, discúlpame
-Pero cómo voy  disculparte por algo que no sé
-Tengo que irme—Gerard se levantó rápido de la camilla y luego besó mi frente—Hablaremos luego ¿de acuerdo?
-no—dije tajante
-No te pongas así. Mejor duerme…--Sacó de su bolsillo un celular, tecleó algunas cosas y volvió a dirigirse a mí—Me voy, pequeña. Ah, por cierto, Frank te manda saludos.
-¿Frank?
-Sí, aunque parezca raro, sigue un tanto preocupado por ti
- ¿Frank… Iero?—pregunté titubeante. Esto se hacía cada vez más fácil.
-Sí ¿Hay algún otro Frank que conozcas en este pueblito de mala muerte?

31 ene 2012

My Murder: Capítulo 18

"Donde el alma se encuentra con el cuerpo"
(Death Cab for Cutie)

Miré el reloj del buró, las 8:30 am y Frank aún no despertaba. Seguía respirando tranquilo sobre la cama de Gerard, tenía una leve sonrisa dibujada en sus labios. Nunca lo había visto dormir tan… contento. Yo simplemente lo observaba desde arriba, sentada sobre una repisa llena de polvo.

 Horas antes, Frank había mencionado que me amaba. No sabía qué hacer o decir. Cuando por fin tuve las agallas de responderle que yo también, él ya estaba roncando levemente.

-Vámonos—escuché una vocecita, venía desde abajo, en el suelo del dormitorio.
-¿Qué haces aquí?—le pregunté a la pequeña Scarlet.
-Baja, por favor—ordenó con voz calmada.

 Cuando ya me encontraba en el suelo, ella me sonrió y tomó mi mano.
-Tenemos que irnos.
-¿Por qué?
-Ya que a Frank ya se le acomodó en la cabeza que sí te quiere y hasta logró decírtelo. Debemos consultar al jefe supremo.
-El jefe supremo—repetí intentado adivinar quién era.
-Hay una propuesta para ti.
-¿propuesta?
-Es algo sobre Frank, tú y tu propia vida.
-¿Mi vida?
  Mi vida ya no estaba en juego desde hace unas semanas. Ya casi un mes de muerta. ¿Qué podría hacer yo por mi vida? ¿Tratar de encontrarla a pesar de haberme muerto e incluso asistir a mi propio funeral?

-Te lo explicaré cuando regresemos al quinto cielo. Donde encontramos a Bob, o Cupido, como quieras llamarlo.
-¿Debo dejar a Frank?—pregunté temerosa y lo miré otra vez. Seguía tranquilo, como hace unos minutos. El sol de la mañana le golpeaba suave en la cara haciendo relucir más sus facciones perfectas.
-No necesitarás, por ahora, hablar con él.
-Pero… yo quería quedarme



 Antes de que pudiera decir nada más, todo volvió a moverse ante mis ojos y luego ya estábamos entre la blancura inmensa el quinto cielo. De nuevo el júbilo me llenaba el alma fría que tenía, como la primera vez que me encontré aquí.

-Ni siquiera me dejaste decirle adiós a Frank.                 
-No hay razón.
-¿Sabes? A veces me da miedo confiar mucho en ustedes, los ángeles del quinto cielo. Porque temo que algún día me mentirán para quedarme en ese lugar y jamás volveré a verlo.
-No hay razón—repitió ella mientras andábamos a paso ligero entre el suelo, descalzas.
-¿Por qué hay que ir con el jefe supremo de este lugar?
-Debes responder afirmativamente o negativamente, dependiendo de lo que realmente quieras.
-¿A qué pregunta?
Ella se detuvo, seguía tomándome la mano.
-Scarlet—habló una voz de quién-sabe-dónde
-¿Sí?—contesté con un poco de miedo.
-Es el jefe…--me susurró la pequeña apretando mi mano.
-¿Cómo te sientes?—me habló la voz anónima
-Bien. Supongo…
-Scar, sabes que en la vida se hacen sacrificios y se toman desiciones.
-Sí, lo sé—hice una pausa—Pero yo ya no estoy viva, señor.
  Me daba aún un poco de miedo su anonimato ante mí. Moví mis ojos entre la blancura del lugar intentando encontrar alguna silueta, pero por más que busqué, no vi nada.

-Scarlet. De eso hablo. De vivir.
-Vivir—repetí para mí
-Sí, Scar
-Señor, vivir, para mí ya no es una opción
 Y eso era verdad. Desde la semana pasada mi corazón había dejado de palpitar y mi cuerpo comenzó a pudrirse… Lo cual me da algo de asco ahora. Jamás lo había pensado.
 Imaginarse a sí mismo en una tumba, pudriéndose y siendo comido por animales más pequeños no es algo tan interesante.
-Pero nosotros ahora te traemos esa opción—objetó la voz con seguridad. Miré hacia mi derecha, la pequeña Scarlet sonreía.
-No entiendo.
-Scarlet, el asunto que te trae conmigo, se trata sobre eso; la vida. Esto gira en torno a Frank y tú
-La vida, Frank y yo—dije intentando adivinar
-Exacto
-¿Frank morirá?—pregunté preocupada. Porque no iba a dejar que ellos también se llevaran su vida.  Yo ya perdí la mía, no me voy a sentar a ver como él también pierde la suya.

-No—respondió con voz dura, el jefe—Se trata de LA VIDA.
-De
acuerdo. Ya entendí—comenté con sorna—Mejor dígamelo todo por completo antes de que me confunda más
 Guardé silencio, el jefe invisible carraspeó la garganta y siguió.
-Esto se trata de tu vida. Y antes de que me digas algo más, quiero que sepas que sí, se trata de volver a vivir.
-Te dije que ellos hacían excepciones—me susurró la pequeña Scarlet.
-¿Yo, revivir? Creí que había muerto para cumplir mi misión de ‘alma en trancisión’


Momento.
¿El jefe del quinto cielo me estaba proponiendo, de forma anónima, volver a la vida?

-Es una clase de reencarnación—contestó. Supongo que había leído mi pensamiento, como Linda, la madre de Frank.
 
 Seguí guardando silencio. Yo jamás había creído en la reencarnación o algo parecido, de hecho nunca me pregunté qué habría después de la muerte, siempre supuse que no habría nada más y dejaba el tema inconcluso en mi cabeza. Tan confuso era eso para mí, que nunca más decidí hablarme a mí misma de ello, ni siquiera quise creer en alguna segunda vida, dimensión o la reencarnación.

  La verdad es que, ahora que lo pienso, jamás tuve miedo de morir. Pero tampoco deseaba que me sucediera.

 Y he de confesar que, después de una semana de muerte, extraño mi vida.
-¿Scarlet?—me llamó la pequeña apretando varias veces mi mano.
-¿Qué?
-¿Qué dices?—habló el jefe del quinto cielo
-¿En qué consiste esto de revivir?
-Te aclaro una cosa, Scarlet: no regresarás a la Tierra de los humanos con el mismo cuerpo. Ya te escuché pensando y tienes toda la razón: tu cuerpo está podrido ahora que has cumplido una semana de fallecida.
  Su comentario sobre mi moribundo cuerpo me dolió un poco.

-Estoy de acuerdo, de alguna manera—contesté con voz queda.
-Bien—hizo una pausa y carraspeó la garganta por segunda vez—Recordando que no has podido hablar con Frank de nada en cuanto a ti misma, decidimos hacerte regresar para que logres completar tu ‘misión’. Esto sucederá de una manera interesante. Tu alma entrará en el cuerpo de alguien que está a punto de morir.
-¿y después? ¿Será alguien a quién Frank conozca?
-esa es otra cosa que tendrás que lograr…--me explicó la pequeña Scarlet con voz quejumbrosa—Harás que Frank te conozca.
-¿Y cómo voy a hacer eso?
-No lo sé—interrumpió el jefe—Pero debes apurarte a responderme, estamos llegando al momento de su agonía.
-¿
Por lo menos será una muchacha, como yo?
-Claro que sí. Tienen similitudes.
-¿Tendré que usar su nombre?
-Claro.
-Entonces… acepto.

***


La pequeña Scarlet de vestido azul me hizo firmar un contrato
-Espero estés segura de todas las letritas chiquitas, Scar—me había dicho antes de que yo pudiera escribir mi nombre sobre aquella línea color dorado.
-¿Cuáles letras chiquitas?
 La pequeña suspiró y leyó:
-
Queda estrictamente prohibido querer ayudar a alguien a cruzar la línea entre la muerte y la vida. No puedes comentarle a nadie más que a ‘tu asunto’ –es decir, Frank- sobre lo que está pasando, de lo contrario estarás destinada a un descanso no digno de un alma buena. Si tu asunto muere antes que tú, tu castigo al no cuidarlo será una sentencia de cinco años viva en la tierra de los humanos sin tu alma gemela. Esto será algo difícil, ya que este contrato sirve para romper las leyes de la naturaleza.

-¿Qué más?
-Dice que al firmar el contrato, estás aceptando en llevarte a tu asunto, es decir, Frank, a donde sea que debas ir.
-¿Cómo? No entiendo
-O sea que si tú mueres antes de sacar a Frank de la mala vida que tiene, él también morirá. Lo bueno de esto es que, por lo menos, te dejarán morir con él. Lo malo es que le quitarán la vida sin razón humanamente aparente y aparte no los dejarán reencontrarse en ninguno de los siete cielos.
-Espera un momento ¿Hay siete cielos?
-Así como hay siete infiernos—contestó ella seria con los ojos plantados en el papel.
-Entonces…  lo que va a suceder es que, debo regresar en otro cuerpo, conseguir que Frank me conozca y logre entender que soy yo, lograr que él viva antes de terminar mi misión y si no lo hago entonces moriremos juntos.
-Romántico ¿No lo crees?
-Un poco—respondí con miedo
-Aquí dice, también, que si todo sale bien, quizá te dejen vivir en ese cuerpo un año más, pero que normalmente las almas  deciden regresar a ser eso; almas.
-O sea que si le ayudo a Frank y no muere ¿Puedo quedarme con el cuerpo un año más?
-Sí
-¿y si no quiero?
-Tendrás que morir de nuevo.


    Respiré hondo intentando reflexionar.
.-Regresar a la tierra; eso ya estaba digerido. Yo quería volver a vivir.
.-Encontrar a Frank con mi otro cuerpo: casi…
.-Hacer que Frank conozca la historia completa y luego sacarlo de sus apuros.
y por último…
.-Morir de nuevo.
   Esto es más difícil de comprender. Pero mi suerte no podía ser tan mala.
-Oye—dije tímida
-¿Sí?
-¿Estarás ahí cuando tenga problemas?
 La pequeña Scarlet sonrió mirando el suelo y guardó silencio unos segundos para luego responder.
-Claro que sí.
-Dame esa pluma—le pedí llena de confianza.
   La niña me extendió una pluma. Pero no era de esas que usamos ya todos. Era como una pluma de ave, sólo que… no logré identificar qué clase de ser volador poseía una pluma tan bella.
   La observé con cuidado entre mis dedos, brillaba un poco con la luz blanca que el quinto cielo tenía de manera natural.
-Es de ángel del séptimo cielo—al parecer la niña de vestido azul leía mis pensamientos—Hermosa ¿Verdad?
Yo sólo asentí mirando el espacio en blanco del papel y luego la pluma resplandeciente.
 Entonces, firmé con mi nombre completo.
-Ya está—fue lo último que escuché de su voz de niña antes de sentir que caía.
*


Fue como si las densas nubes que me sostenían en el 5º cielo, se hubieran desvanecido para soltarme y jugarme una mala broma dejando que la ley de la gravedad influyera en mi ser fantasmal.
  Grité de la manera  más espantosa posible, volví a temer. Tuve miedo de morir a pesar de saber que ya me había sucedido.


Quise agarrarme de una estrella, pero el cielo se movió de manera extravagante y no me dejo sostenerme de nada.


  En el camino descendente vi imágenes de alguien sonriendo, de alguien llorando, gritando, viviendo, y luego esa misma persona estaba en el hospital.
¿Era acaso la vida del cuerpo que yo iba a ocupar?


  “Cuando hayas llegado a la tierra, ya habrán pasado nueve meses”
Habló la voz de Linda, el ángel auxiliador.
-Pero si no voy a volver a nacer, literalmente.
“Es como si lo hicieras”


Y seguí descendiendo, el camino del quinto cielo a la tierra humana era algo largo, me sentía como un meteorito irrumpiendo en la tranquilidad del planeta.
~
Después de varios minutos, comencé a escuchar más voces, pero yo seguía cayendo. Luego mis ropas roídas fueron cambiadas de una manera violenta por una bata de hospital, mis uñas cambiaron, mi cuerpo también… todo esto en cuestión de segundos.


Acto seguido; mi cuerpo impactó contra una camilla.
“No te vayas” decía un joven.
Mi alma dio un choque eléctrico con aquél cuerpo extraño, haciendo que se agitara agresivamente. El muchacho tomó la mano del cuerpo moribundo.
"Serías de las pocas personas que veo morir" susurró.

 Y abrí los ojos llena de miedo. No sabía qué iba a pasarme. Tomé una bocanada enorme de aire haciendo a mis pulmones reaccionar.
 -¿Qué demonios...?-murmuró la misma voz humana que hace un momento pedía a mi cuerpo regresar.
   Me levanté de la camilla, y él me sonrió con lágrimas en los ojos.
-Helena. Estás bien.

29 ene 2012

My Murder: Capítulo 17

Para leer este capítulo es conveniente escuchar "Moonlight" (<-Click) de Beethoven. Gracias
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"Claro de luna"

 Me quedé petrificada sobre el suelo ¿en serio Gerard había llamado egoísta a mi Frank? Pero… quizá tenga razón ¿no? Porque… de todos modos no me salvó. Porque Frank sabía lo que su padrastro hacía.  Quizá Gerard sí tenga razón. Quizá todo esto sea una serie de malas decisiones tomadas por mí. Tal vez esto me afecte más de lo que pensé.

 Gerard tiene razón ¿Quién asesinaría al ser que ama?

-No fue mi culpa—contestó Frank—Scarlet—me llamó con voz entrecortada—Querida, no fue mi culpa… No la fue—repitió.
-¿Por qué le hablas a un ser que se ha ido?
-Quiero que despierte—murmuró con ojos llenos de agua
-No despertará jamás. No puede regresar—suspiró el mayor—Frank… debes dejarla ir
-No. –contestó tajante
 Way lo miró perplejo ante su respuesta
-¿Hablas enserio, Iero?
-No puedo dejarla—musitó secándose la lágrima de su mejilla derecha—Ella siempre está. Y creo que siempre estará
-No está, Frank—dijo sacudiéndolo de los hombros--¡entiéndelo! Scarlet ha muerto.
-Scarlet no ha muerto—le negó Frank mirando al vacío—Ella está…
No le digas, no le digas—susurré en su oído—Frankito, no le digas que estoy aquí… Creerá que estás loco

-Tengo que hacerlo—me contestó sin miedo
-¿de qué hablas?—interrumpió Gerard
-Hablo con Scarlet, Way

El aludido, al no entender el comentario del chico de tatuajes lo miró expectante esperando respuesta

-Scarlet está aquí—confesó Frank mirándolo a los ojos y sorbiendo la nariz.
- No es cierto—le propinó una cachetada a la que Frank respondió con una mirada de disgusto y miedo al mismo tiempo—Despierta, Iero. Scarlet murió hace dos semanas. Scarlet está enterrada a más de tres metros bajo tierra. Scarlet ya no respira desde aquella noche en que Mario le tocó de manera lasciva.
-¿Mario hizo eso?
-Mario es un pervertido, asqueroso y pendejo—contestó Gerard.
-Mario es un idiota—reafirmó Iero.
-Pero eso ya no interesa. Lo que importa es que tú tienes una enfermedad. Deliras con Scarlet ¿y sabes por qué pasa eso?—hizo una pausa, pero Frank no dijo nada—Pues porque la extrañas, porque te enamoraste de tu crimen, en aquél entonces estabas orgulloso de ser tan egoísta que no te diste cuenta que…
-Cállate—interrumpió Frank levantándose del sillón—Sé lo que hice ¿De acuerdo? Y no me siento bien al respecto. Pero tú tampoco eres nadie para decirme ese tipo de cosas, tu posición es peor que la mía. ¡Eres experto en esto!
-Shh… Cálmate, Iero. No grites esas cosas, existe algo llamado ‘vecinos metiches’
-Discúlpame—contestó sarcástico— ¡No sabía que secuestrar gente era un problema!
  Frank comenzaba a irritarse. La pequeña Scarlet volvió a aparecer a mi lado.
No me habló, sólo miraba la escena parada a mi lado derecho mientras yo la observaba a ella sentada con la cara apoyada entre las manos.

-Caos—fue lo único que la escuché decir.
No quise contestar o comentar nada. Ahora su presencia era más fuerte y sentía algo de miedo.
-Muy bien. Tienes razón—continuó Gerard levantándose igual—Soy ruin y un idiota. ¿Pero entonces por qué vienes tú a pedirme ayuda?
-¡Porque soy más idiota que tú!
-Frank—le dijo llamándole la atención cual madre seria--¿Puedes ser más específico y dejar de gritarme en la carota?
-Discúlpame—se sonrojó—Gerard. Huí de casa
-¿Estás loco?

De nuevo lo llamaba ‘loco’ como si él fuera una blanca paloma
-Antes de que iniciaras tu chisme sobre mi enamoramiento con Scarlet—qué lindo sonaba eso, pensé y Frank otra vez se sonrojó. Al parecer volvió a escucharme—Iba a contarte mi situación.
-Muy bien—se dirigió hacia su cocina—Ahora sí voy por algo de café. ¿Quieres algo?
-Igual, por favor—contestó Frank de forma automática y volvió a sentarse en el sillón debajo de la luz amarillenta de la vieja sala de Way.
-¿Enserio crees que funcione?—
le repetí en un susurro
-Eso espero. ¿Ya todos saben…?—inició
-¿Qué?

-No nada
-Dime, Frank
-Yo… bueno…
 Gerard llegó con dos tazas humeantes con olor a café, por supuesto. Nos interrumpió. Creo que Frank ya iba a dar por sentado lo que sentíamos, pero vaya situación en la que nos encontramos porque siempre somos interrumpidos cuando llegamos a ese tema.

-Entonces. Cuéntame. Mario… te violó ¿o qué?—bromeó Gerard dándole su taza a mi Frank
-No—murmuró serio—Estoy aquí, porque Mario es un idiota. Ya casi soy mayor.
-Sólo un año más ¿Cierto?—Gerard dio un sorbo después de hablar
-Sí. En fin, quise salir de ese infierno porque no soporto escucharlo hablar solo, o hablar por teléfono con sus prostitutas de aquél supermercado de mala muerte.
-¿Asilo?—fue lo único que dijo Gerard
-¿Puedes darme algo?
 Way rió por lo bajo. Ese hombre tenía la cabeza llena de doble sentido
-Pues si quieres—contestó haciendo un movimiento con la cabeza fingiendo que veía el trasero de Mi Frank.
-¡no hablo de eso!
-Ya sé—le sonrió mostrando esos dientes igual de amarillentos que la luz—Claro que puedes quedarte. Te esconderemos porque Mario llamará a la policía, y lo sabes.
-sí, sí—suspiró—Gerard
-¿Si?
-¿tu… me acusarías?
  El mencionado puso cara de ofendido
-¿Cómo crees? Tal vez trabaje con ese demente de Mario, pero no te haría algo así. No soy lame botas y mucho menos un chismoso.
-Gracias, Gerard.
-Pero no quiero que me metas en problemas.

*

Hicieron un trato y a la una y media de la madrugada Frank ya estaba dormido en una habitación muy pequeña, contigua a la de Gerard. Al parecer esta era casa de sus padres, pero al morir, se la heredaron.
-Buenas noches. Iero—le dijo antes de salir de la habitación
La pequeña Scarlet sonrió y luego desapareció de mi vista.
 Entre penumbras, Frank miraba la ventana por donde la mayor parte de la luna se asomaba.
-¿Scarlet?—susurró temblando debajo de las cobijas—Estás aquí ¿Verdad? Siento tu frío.
-Sí—contesté sentada sobre el marco de la ventana para hacerme creer que miraba a mi en vez de al cielo estrellado.
-¿No tienes miedo?
-No. Ya no tengo por qué—dije reflexionando
-Cierto… --guardó silencio un momento y luego volvió a llamarme—Scarlet…
-¿Mande?
-¿Cómo se siente estar muerto? Porque… eres un fantasma ¿no? ¿O eres parte de mi imaginación, como dijo Way?
-Me siento más viva que el suelo de esta casa, Frank.
-Si fueras una clase de alucinación ¿me lo dirías?
-Supongo
-Muy bien
-Duerme, Frank. Mañana aún tienes que regresar a la escuela
-No planeo hacerlo. La policía me buscará ahí—bufó—Jamás pensé que esto me haría la vida tan complicada.
-Yo tampoco.
 Volvió a reinar el silencio en la habitación.
Lo miré contar los mosaicos cuadrados del techo. Sus ojos relucían hermosos debajo de la poca luz plateada.
-Scarlet—Frank comenzaba a sonar como un niño
-¿Sí?
-Buenas noches
-Buenas noches, Frankito—le contesté con cariño. Él sonrió y cerró los ojos.
-¿Sabes?—murmuró aún con los ojos cerrados—Me agrada que seas esta clase de ángel guardián.
-A mí también
-Te amo—fue lo último que me dijo antes de caer dormido profundamente.
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