Parte II "Scarlet"
El sol entraba por la ventana de mi habitación, haciendo que se viera menos triste que los recuerdos lejanos que ya tenía.
   Mi cama, con las cobijas acomodadas y mi pijama en medio se veía diferente sin mí en ella. El clóset sin ropa, pero lo demás estaba igual que las demás habitaciones en la casa: como si nadie hubiera tocado nada para que todo pareciera paralizado.
   Hacía un año de mi muerte, hacía un año que no me recostaba ahí.
  Yo me encontraba en el marco de la puerta y Frank me miraba sentado sobre la silla de un escritorio que yo tenía, se mostraba un poco serio y contenía las ganas de llorar.
-Eres tú—me dijo con los ojos brillosos—Scarlet, tú eres Scarlet.
  -Eres tú—me dijo con los ojos brillosos—Scarlet, tú eres Scarlet.
 Me quedé petrificada ante aquella espontánea declaración.
-¿Cómo dices?—dije entrecerrando los ojos.
Él se levantó y caminó hasta a mí. Me miró otra vez de arriba abajo, como cuando salimos de la casa de Gerard, y esta vez sonrió.
  -¿Cómo dices?—dije entrecerrando los ojos.
Él se levantó y caminó hasta a mí. Me miró otra vez de arriba abajo, como cuando salimos de la casa de Gerard, y esta vez sonrió.
-¡Eres Scarlet!—me tomó de los hombros y me miró a los ojos—Incluso tus pupilas cambiaron al gris, como sus ojos.
Yo no dije nada, realmente no sabía cómo se veía mi cara, pero era satisfactorio que él mismo se diera cuenta.
  Yo no dije nada, realmente no sabía cómo se veía mi cara, pero era satisfactorio que él mismo se diera cuenta.
 Me abrazó con ternura. Su cuerpo compactando el mío era más cálido de lo que esperé jamás. Deshice el abrazo.
-Siempre fuiste tú—me dijo sin que yo le afirmara nada.
Entonces, automáticamente sonreí y de la misma manera cerré la puerta de mi habitación para así, quedar enfrente del espejo de cuerpo entero que colgaba de ella.
Miré mi reflejo de nuevo.
  -Siempre fuiste tú—me dijo sin que yo le afirmara nada.
Entonces, automáticamente sonreí y de la misma manera cerré la puerta de mi habitación para así, quedar enfrente del espejo de cuerpo entero que colgaba de ella.
Miré mi reflejo de nuevo.
 Tenía aún la figura alta de Helena y varios rasgos de ella. Pero, como había dicho Frank, mis ojos ya no eran verdes aceituna como los de ella y su hermano Gerard. En vez de eso, se habían tornado grises, como los míos, los de Scarlet. 
Sonreí aún más ante la sorpresa. ¿Acaso está ocurriendo alguna clase de metamorfosis en mí?
  Sonreí aún más ante la sorpresa. ¿Acaso está ocurriendo alguna clase de metamorfosis en mí?
-Soy yo—dije dándome cuenta que mi voz volvía a ser la mía y no la de Helena. Abrí los ojos por esta segunda sorpresa. ¿Qué estaba pasando?
En el espejo vi a Frank detrás de mí dejando que una vez más en el día, sus cálidas lágrimas cayeran sobre sus mejillas rosadas rodando hasta precipitarse con su propio pecho. Juntó las manos y entrelazó sus propios dedos debajo de su cintura. La postura de alguien ilusionado, claro está.
  En el espejo vi a Frank detrás de mí dejando que una vez más en el día, sus cálidas lágrimas cayeran sobre sus mejillas rosadas rodando hasta precipitarse con su propio pecho. Juntó las manos y entrelazó sus propios dedos debajo de su cintura. La postura de alguien ilusionado, claro está.
 Volteé a verlo, aún tenía la cara alegre. Abrí la boca para decir algo, pero realmente nada vino a mi mente, así que mi garganta soltó un gemido extraño. 
    Frank me miró, caminó dos pasos hacia mí logrando que su rostro quedara más cerca del mío. 
   Respirábamos técnicamente el mismo aire al encontrarnos tan cerca el uno del otro. Miré en sus ojos almendrados y el miró los míos. 
  -¿Quién eres?—preguntó para no equivocarse.
-No lo sé—confesé
-¿Desde cuándo?
-¿Desde cuándo, qué?—dije mirando sus delgados labios y luego regresando la mirada hasta sus ojos de nuevo. Este momento era el que siempre estuve esperando.
-¿Desde cuándo no lo sabes?
-Desde hace un año. Cuando morí—murmuré más bajito, como si fuera un secreto. Sin dejar de observar cada parte de su rostro. No puedo creer que haya encontrado la respuesta sin que yo le diera indicios— ¿Pero cómo lo supiste?—Le dije aún respirando su aire.
-Tuve fe, Scarlet—sonrió al pronunciar mi nombre mirándome a los ojos—Scar… en inglés significa “cicatriz” ¿lo sabías?
-Sí—respondí amando mi propia voz—Mamá lo decía siempre…
-Porque lo eres…--suspiró y con su mano derecha tomó mi rostro—Eres la cicatriz de mi alma, aquella que nunca desaparecerá porque yo no quiero que lo haga… La cicatriz de mi amor por ti
 
  -No lo sé—confesé
-¿Desde cuándo?
-¿Desde cuándo, qué?—dije mirando sus delgados labios y luego regresando la mirada hasta sus ojos de nuevo. Este momento era el que siempre estuve esperando.
-¿Desde cuándo no lo sabes?
-Desde hace un año. Cuando morí—murmuré más bajito, como si fuera un secreto. Sin dejar de observar cada parte de su rostro. No puedo creer que haya encontrado la respuesta sin que yo le diera indicios— ¿Pero cómo lo supiste?—Le dije aún respirando su aire.
-Tuve fe, Scarlet—sonrió al pronunciar mi nombre mirándome a los ojos—Scar… en inglés significa “cicatriz” ¿lo sabías?
-Sí—respondí amando mi propia voz—Mamá lo decía siempre…
-Porque lo eres…--suspiró y con su mano derecha tomó mi rostro—Eres la cicatriz de mi alma, aquella que nunca desaparecerá porque yo no quiero que lo haga… La cicatriz de mi amor por ti
  Entonces, alzó su mano izquierda y tomó mi otra mejilla acerándome más a él, el frío ambiente se había tornado muy cálido entre nosotros. Sus labios ya posados sobre los míos eran exquisitamente perfectos. Comenzó a explorar mi boca y yo la de él, su aliento era todo lo que siempre necesité, y exactamente su boca lo que todo el tiempo estuve deseando. 
Sin separarnos, Frank me tomó de la cintura haciendo que nuestros cuerpos se juntaran al igual que nuestros rostros, seguía besándome, yo lo abracé como a nadie en toda mi vida. De vez en cuando nuestras narices se encontraban y él sonreía divertido, o me miraba alegre aún con los ojos cristalizados.
  Sin separarnos, Frank me tomó de la cintura haciendo que nuestros cuerpos se juntaran al igual que nuestros rostros, seguía besándome, yo lo abracé como a nadie en toda mi vida. De vez en cuando nuestras narices se encontraban y él sonreía divertido, o me miraba alegre aún con los ojos cristalizados.
 Hubo un momento en el que el aire comenzó a escasear y decidimos dejar aquél baile entre nuestras bocas. Nos alejamos sólo un poco y volvimos a contemplarnos uno al otro durante un silencio de larga duración.
    Pero fue Frank quien rompió el hielo 
  -¿Por qué te fuiste y regresaste así?—preguntó sentándose sobre mi cama. Dio una palmadita en la colcha a su izquierda, invitándome a hacer lo mismo, yo obedecí.
-Tuve que hacerlo, Frank.
-Me dejaste solo
-Lo sé—suspiré—Y lo siento.
-No sabes cuántas cosas sucedieron durante tu ausencia. Porque… sí existía tu fantasma ¿verdad?
-Claro que sí—contesté segura de mí—Siempre estuve contigo…
-Menos cuando Emilie iba a violarme, tampoco cuando Gerard me amenazó de muerte, o cuando llegó la verdadera Helena a tratarme mal—hizo una pausa y luego me miró sorprendido—Por cierto…
  -Tuve que hacerlo, Frank.
-Me dejaste solo
-Lo sé—suspiré—Y lo siento.
-No sabes cuántas cosas sucedieron durante tu ausencia. Porque… sí existía tu fantasma ¿verdad?
-Claro que sí—contesté segura de mí—Siempre estuve contigo…
-Menos cuando Emilie iba a violarme, tampoco cuando Gerard me amenazó de muerte, o cuando llegó la verdadera Helena a tratarme mal—hizo una pausa y luego me miró sorprendido—Por cierto…
¡Emilie! 
  Lo interrumpí entonces.
-¿¡Emilie iba a qué!?—Pregunté histérica. No podía creerlo, por culpa mía Frank hubiera sido tocado por esa prostituta barata— ¿Es enserio?
-S-sí—respondió atónito ante mi reacción.
-¿Por qué? ¿Qué pasó?—hice una pausa—Oh, esa ramera… Ahorita mismo voy a ir al supermercado a…—dije molesta cerrando los ojos, estoy segura que mi coraje se notaba en los puños que hice al lado de mis caderas.
Pero la segunda reacción de Frank me hizo enmudecer, me calló la boca con otro beso al que yo correspondí de inmediato. Después de eso, él se rio quedito.
-¿Qué?—pregunté con algo de molestia— ¿Cuál es el chiste, Frank?
En vez de que se asustara o que él también se molestara, Frank rió un poco más fuerte y luego tomó mi rostro con ambas manos acariciando mis pómulos con sus pulgares.
-Es que…--suspiró viéndome—Es tan linda la manera en que te molestas. No te detengas, sigue haciéndolo, es interesante verte así… Me gusta
-¿Eh?
-Sí, Scar…--me sonrió—Es sólo que antes no hablabas nada y ahora nadie te cierra el pico, hasta salen maldiciones de ahí—señaló mi boca.
-Sólo tú lo haces—respondí bajando la mirada.
-¿Qué?
-Logras callarme—miré al suelo pero él me levantó la cara—Apuesto a que jamás me hubieras besado en el pasado, antes de morir.
La incertidumbre regresó al rostro de Frank. ¡Maldita sea! Debí recordar que el tema de mi asesinato aún lo volvía sensible.
-Lo siento—Le dije pasivamente.
-¿Por qué?
-Por desaparecer así. Por no luchar y morir. Por dejarte sólo, por todo—solté rápidamente.
-No Scarlet—se acomodó bien sobre mi cama soltando mi rostro—Todo eso fue culpa mía. Yo te asesiné.
-Fue Gerard, no te culpes.
-Pero yo le ayudé, incluso te aventé al lago en el parque—esta vez fue él quien bajó la mirada, lleno de vergüenza—Yo lo siento. Y mucho.
 
 
  -¿¡Emilie iba a qué!?—Pregunté histérica. No podía creerlo, por culpa mía Frank hubiera sido tocado por esa prostituta barata— ¿Es enserio?
-S-sí—respondió atónito ante mi reacción.
-¿Por qué? ¿Qué pasó?—hice una pausa—Oh, esa ramera… Ahorita mismo voy a ir al supermercado a…—dije molesta cerrando los ojos, estoy segura que mi coraje se notaba en los puños que hice al lado de mis caderas.
Pero la segunda reacción de Frank me hizo enmudecer, me calló la boca con otro beso al que yo correspondí de inmediato. Después de eso, él se rio quedito.
-¿Qué?—pregunté con algo de molestia— ¿Cuál es el chiste, Frank?
En vez de que se asustara o que él también se molestara, Frank rió un poco más fuerte y luego tomó mi rostro con ambas manos acariciando mis pómulos con sus pulgares.
-Es que…--suspiró viéndome—Es tan linda la manera en que te molestas. No te detengas, sigue haciéndolo, es interesante verte así… Me gusta
-¿Eh?
-Sí, Scar…--me sonrió—Es sólo que antes no hablabas nada y ahora nadie te cierra el pico, hasta salen maldiciones de ahí—señaló mi boca.
-Sólo tú lo haces—respondí bajando la mirada.
-¿Qué?
-Logras callarme—miré al suelo pero él me levantó la cara—Apuesto a que jamás me hubieras besado en el pasado, antes de morir.
La incertidumbre regresó al rostro de Frank. ¡Maldita sea! Debí recordar que el tema de mi asesinato aún lo volvía sensible.
-Lo siento—Le dije pasivamente.
-¿Por qué?
-Por desaparecer así. Por no luchar y morir. Por dejarte sólo, por todo—solté rápidamente.
-No Scarlet—se acomodó bien sobre mi cama soltando mi rostro—Todo eso fue culpa mía. Yo te asesiné.
-Fue Gerard, no te culpes.
-Pero yo le ayudé, incluso te aventé al lago en el parque—esta vez fue él quien bajó la mirada, lleno de vergüenza—Yo lo siento. Y mucho.
 Frank se recostó sobre mi cama, soltando un largo suspiro y miró al techo.
-Creí que si lo hacía, mi amor por ti también moriría, le creí a Mario y también confié en el bastardo de Gerard.
Dio un golpe seco sobre la cama con su puño y gruñó molesto consigo mismo cerrando fuertemente los ojos.
Entonces, decidí recostarme a su lado de espaldas. Frank volvió a abrir los ojos para verme. El sol nos daba a ambos en la cara, sus ojos se volvieron más claros todavía con la luz penetrando la ventana. Por enésima vez en el día, Frank me sonrió y por enésima vez, le devolví el gesto. Era tan dulce la manera en que me hacía sentir bien.
  -Creí que si lo hacía, mi amor por ti también moriría, le creí a Mario y también confié en el bastardo de Gerard.
Dio un golpe seco sobre la cama con su puño y gruñó molesto consigo mismo cerrando fuertemente los ojos.
Entonces, decidí recostarme a su lado de espaldas. Frank volvió a abrir los ojos para verme. El sol nos daba a ambos en la cara, sus ojos se volvieron más claros todavía con la luz penetrando la ventana. Por enésima vez en el día, Frank me sonrió y por enésima vez, le devolví el gesto. Era tan dulce la manera en que me hacía sentir bien.
-¿Por qué querías que tu amor muriera?—le pregunté con voz suave retomando lo que había dicho segundos antes.
-Porque… Tú nunca te diste cuenta de mi existencia—confesó.
-Tú… tampoco te acercaste—me defendí.
-Me dolías—siguió—Tanto que escribí esa canción para ti.
-Me gustó—le dije—Realmente me veías ¿verdad?
-Cada segundo de mi vida, Scarlet—sonrió sin verme a mí. Soltó un largo y ruidoso suspiro, después volvió a mirarme.
-Porque… Tú nunca te diste cuenta de mi existencia—confesó.
-Tú… tampoco te acercaste—me defendí.
-Me dolías—siguió—Tanto que escribí esa canción para ti.
-Me gustó—le dije—Realmente me veías ¿verdad?
-Cada segundo de mi vida, Scarlet—sonrió sin verme a mí. Soltó un largo y ruidoso suspiro, después volvió a mirarme.
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