28 jul 2011

My Murder: Capitulo 8

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"¿Y rezarias por mí?"
(My Chemical Romance "And will you pray for me?")

-¿Es él?-le pregunté a la pequeña de vestido azul quien apareció detrás de mí cuando comencé a seguir a Frank afuera de la capilla.
-¿Él, quién?-sonrió- Sí, Scarlet. A él le ayudarás… moriste para ayudarle.
-¿Por qué me necesita él?
-Razones que encontrarás  después. Síguelo-me susurró esto último mientras volvía a esfumarse.
“No tengo nada que perder, ja. De hecho me siento perdida ahora…” pensé para mí.
Así que lo seguí de cerca. De hecho estaba a su lado.
Su rostro estaba hinchado y rosado. Como… si hubiera llorado por horas.
Sus mejillas estaban abarrotadas de la sal de las lágrimas secas. Su nariz seguía roja y caminaba mirando el suelo, como si por cada pisada una ilusión en aquél bello rostro se apagara.
-Por Dios, soy un monstruo—murmuraba con voz melancólica--¿Por qué lo hice? Diablos, soy escoria. Soy… soy… un don nadie—suspiró—Todo lo hago por mí, siempre lo hago por mí. ¿Qué tenía yo que meterme en el negocio de Mario? Soy un estúpido. Nadie merece ser asesinado. Nadie…
Caminó hasta el cementerio donde todos esperaban a que mi ataúd fuera descendiendo por la tierra del lugar.
 No estoy seguro de hacer esto” Pensó Frank. Su mente pertenecía a la mía, como una rara conexión entre él y yo.
“Voy a hacerlo, debo hacerlo… al menos para darle un buen descanso a su alma”
Entonces, con una rosa blanca en la mano derecha y mi collar, aquél que había tomado el día de mi muerte, se dirigió hacia donde solo mi abuela, mi amiga y mi amargada tía se encontraban para verme bajar entre tierra y pasto.
Pobrecillo, se ve que si está arrepentido. Pensé.
¿Será que deba perdonarle y ayudarlo como esa pequeña me dijo?

Cuando llegó donde mi ataúd, mi abuela susurró algo a Magda.
-Mira. Ya llegó su novio. Pobre muchacho, la ha de extrañar mucho. ¿Te imaginas perder a alguien a quien amas de verdad?
Mi amiga se quedó anonadada por el comentario de la abuela. Era obvio que Frank no era mi novio. Ni siquiera recuerdo haber hablado con él alguna vez. Pero lo más extraño es que recuerdo haber visto ya esos ojos antes.
Entonces Magda se acercó a Frank.
-¿Quién eres tú?-preguntó en un murmullo casi inaudible.
-¿Yo? Nadie… soy un simple chico que la conocía.
-¿Por qué su abuela dice que eres su novio?
-Ah… está confundida. No te preocupes, Scarlet nunca te escondería nada a ti, y menos si se tratara de un muchacho—le sonrió—Ahora guardemos un poco de silencio.
Mi amiga solo se confundió más.
Frank volvió a ruborizarse, pero esta vez no se notaba tanto, sus pómulos ya estaban rosados desde antes por el llanto.
Cuando mi ataúd comenzó a descender mientras mi abuela rezaba, Frank besó la rosa y luego la aventó logrando que cayera justo en medio de esa caja de madera. Se puso mi collar de forma discreta y le dio un beso también.
-Dios te bendiga. Y espero algún día me disculpes por ser cómplice de todo esto—dijo, se despidió y se fue.
Enserio me necesitaba. Se sentía horrible ver a alguien que no conoces sufrir por tu muerte.
Lo seguí de nuevo. El día comenzaba a nublarse, las densas nubes se veían regordetas ya para que en cualquier momento decidieran soltar el agua con que estaban llenas.
Llegó a una casucha vieja y tocó la puerta.
-Soy yo…
-Pasa-dijo Mario desde adentro.
-gracias, ya estaba haciendo frío—comentó ya dentro de la casa.
De nuevo no logré mirar bien a Mario… siempre ese impedimento me causaba cólera. ¿Por qué diablos no me dejaban verlo bien?
Entonces, la pequeña apareció de nuevo y tomó mi mano.
-¡no, espera! Tengo que ayudarle. Por favor, pequeña. Déjame quedar para saber algo más de él… quiero saber algo más, por favor—supliqué
-No puedo, Scarlet. Debemos irnos, regresaremos después, lo prometo.
-Es obvio que regresaremos. Si no me dejas yo lo hare…
-no te pongas así. Debemos obedecer las órdenes del jefe.
-Está bien.
Y de nuevo todo se movió ante mis ojos.
De pronto tuve un recuerdo. En vez de ir a otro lugar mejor,
nos encontrábamos en aquél bosque cerca de la escuela donde todo esto comenzó…
Me veo a mi misma caminando sobre la orilla de aquél frondoso bosque. Llevo mis cuadernos.
Camino preocupada… y entonces, recuerdo todo mejor…

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