"Cuando nuestros autos chocan"
(My Chemical Romance "when both our cars collide")
(My Chemical Romance "when both our cars collide")
Suspiré preparándome para la respuesta que Gerard me daría a la siguiente pregunta
-¿Dónde está él?
-Uh, sigue en casa. Pero está de necio, no quiere volver a la terapia con el psicólogo
-¿El psicólogo?
-Sí, Helenita. ¿No te acuerdas? Él alucinaba con un fantasma.
-¿El fantasma de quién?
-Por favor, hermana, te dije que hablamos luego. Mi jefe me espera en el despacho.
-Bueno…--me resigné a hacer más preguntas—Cuídate, Gee
-Nos vemos luego, Helena—besó una última vez mi frente y salió corriendo del cuarto.
-Uh, sigue en casa. Pero está de necio, no quiere volver a la terapia con el psicólogo
-¿El psicólogo?
-Sí, Helenita. ¿No te acuerdas? Él alucinaba con un fantasma.
-¿El fantasma de quién?
-Por favor, hermana, te dije que hablamos luego. Mi jefe me espera en el despacho.
-Bueno…--me resigné a hacer más preguntas—Cuídate, Gee
-Nos vemos luego, Helena—besó una última vez mi frente y salió corriendo del cuarto.
No sabía qué hacer, así que decidí… tocar uno que otro botón.
-¿Qué necesitas?—preguntó agitada la enfermera amable. Llegó más rápido de lo que yo esperaba.
-Respuestas.
-Oh—suspiró—Respuestas… Bien, trataré de decirte todo lo que sé.
Ella tomó un banquito de metal, en el que Gerard estaba sentado cuando llegué a la tierra de nuevo.
-Bueno, principalmente, quiero saber ¿Cómo llegué aquí?—inicié sentándome sobre la camilla.
-Bien, señorita Way. Llegó aquí por un accidente automovilístico que le paralizó primero el lado derecho de su cuerpo y una semana después, la dejó en un coma grave. Casi moría
-No me hables de usted, me siento vieja cuando hacen eso
-De acuerdo—soltó una risita—Eres igual a tu hermano.
-¿Conoces a Gerard? –Sentía que debía saberlo todo, no tenía que irse ni un detalle.
-Pero claro que sí, él… bueno, él fue la razón del choque y también sufrió un poco, pero menos que tú.
-¿Con quién choqué? ¿Sabes si iba yo manejando?
-Sí, Helena. Era una tarde de tormenta. Realmente no sé por qué te habías enojado con tu hermano, perk condujiste hacia la ciudad más cercana de aquí, ibas muy rápido. Gerard dijo que tiempo atrás tenías pensamientos suicidas, entonces llamó a la policía. Temió lo peor para ti. Después de informarle al jefe en turno, él salió en su auto para buscarte.—hizo una pausa y suspiró como si algo le molestara—Y… bueno, cuando tu pisaste el acelerador en una de las avenidas principales de aquella ciudad, él conducía del lado contrario y… ambos chocaron.
-¿Qué necesitas?—preguntó agitada la enfermera amable. Llegó más rápido de lo que yo esperaba.
-Respuestas.
-Oh—suspiró—Respuestas… Bien, trataré de decirte todo lo que sé.
Ella tomó un banquito de metal, en el que Gerard estaba sentado cuando llegué a la tierra de nuevo.
-Bueno, principalmente, quiero saber ¿Cómo llegué aquí?—inicié sentándome sobre la camilla.
-Bien, señorita Way. Llegó aquí por un accidente automovilístico que le paralizó primero el lado derecho de su cuerpo y una semana después, la dejó en un coma grave. Casi moría
-No me hables de usted, me siento vieja cuando hacen eso
-De acuerdo—soltó una risita—Eres igual a tu hermano.
-¿Conoces a Gerard? –Sentía que debía saberlo todo, no tenía que irse ni un detalle.
-Pero claro que sí, él… bueno, él fue la razón del choque y también sufrió un poco, pero menos que tú.
-¿Con quién choqué? ¿Sabes si iba yo manejando?
-Sí, Helena. Era una tarde de tormenta. Realmente no sé por qué te habías enojado con tu hermano, perk condujiste hacia la ciudad más cercana de aquí, ibas muy rápido. Gerard dijo que tiempo atrás tenías pensamientos suicidas, entonces llamó a la policía. Temió lo peor para ti. Después de informarle al jefe en turno, él salió en su auto para buscarte.—hizo una pausa y suspiró como si algo le molestara—Y… bueno, cuando tu pisaste el acelerador en una de las avenidas principales de aquella ciudad, él conducía del lado contrario y… ambos chocaron.
Un silencio incómodo llenó la habitación. No sabía qué decir, me sorprendía la nueva actitud que veía en Gerard. Porque creí que era otra clase de persona, claro no tan ruín como Mario, pero sí un poco… Grosero, y malagradecido.
Pero la manera en que cuida del cuerpo de Helena… bueno, la manera en que me cuida, es digna de un buen hermano mayor.
-¿Fue culpa suya o mía? –pregunté rompiendo el hielo.
-De nadie. Pero ambos estaban mal. Obviamente tú más, ni siquiera parpadeabas, el golpe te había dejado en shock y Gerard se preocupó más…--acarició mi mano-- Un mes él estuvo en esta misma habitación contigo recostado en otra camilla. En rehabilitación. Tres meses después y no despertabas, Gerard ya había salido del hospital, pero aún así venía a visitarte todos los días, a la misma hora, sin falta. Helena, él te extrañó como no te imaginas. Alguna vez llegaste a mover los dedos del pie… --hizo una pausa—Creo… que fue aquél día en que el trajo a su amigo.
-¿Qué amigo?
-Un joven, más chico que ustedes dos, de ojos claros y de estatura baja…
-…Frank…
-Creo que era él…--la enfermera respiró hondo y miró el suelo. Después volvió a verme a los ojos—Es todo lo que sé.
-Es suficiente—le dije sonriente—Gracias
-Muy bien—ella se levantó y me arropó con las delgadas sábanas de la camilla—Ahora debes descansar. ¿De acuerdo?
-Sí—contesté recostándome bien.
-De todos modos yo seguiré por aquí.
Acomodó algo en uno de los pocos tubos que ya tenía injertados en mis venas y luego me dio mucho sueño. ¿Era droga eso? … Se sentía bien. Muy bien…
Su rostro se desvaneció y yo caí profundamente dormida.
***
-Helen… Helen-na—alguien me llamaba tartamudeando y movía mi brazo—Helena Lee despierta, es hora de comer.
Abrí los ojos y luego los tallé. El sueño me invadía pero aún así el hambre no se dejó obligándome a despertar.
Abrí los ojos y luego los tallé. El sueño me invadía pero aún así el hambre no se dejó obligándome a despertar.
-¿Qué hora es? – le pregunté a la enfermera
-Hora de que te levantes—miró su reloj—Son las once y media de la mañana.
-¿De la mañana?... Pero, entonces dormí una hora solamente…
-No, Helena. Dormiste todo el día. Veinticuatro horas casi exactas.
-¿Enserio?
-Sí, creo que debemos relajar un poco la dosis…
-¿Cuándo puedo irme?
-Pareces una niña de quince años haciendo preguntas todo el tiempo
“Soy una niña de quince años” dije en mis adentros. Pero, obviamente eso no lo sabía la enfermera. Y claro, no podía culparla por no saber, nadie en este jodido hospital lo sabía, sólo yo.
-Tengo que. Hay muchas cosas que no recuerdo.
-está bien, pregunta todo lo que quieras. Ahora, toma—la enfermera puso una charola sobre mi regazo—Come y yo te espero.
La tomé y miré lo que me traían de desayunar: Una ensalada, una manzana un flan. Miré a mi derecha donde se encontraba ella sentada y noté que tenía una caja de jugo de manzana en la mano. Supongo que era para mí
Volví la vista a mi comida.
-Anda, no está envenenado—agregó la enfermera y soltó una risita—Es en serio. Aquí la ensalada no está podrida como en las películas.
No dije nada y tomé el tenedor de plástico. Puse un poco de ensalada verde en él y engullí. Estaba fresca y rica, como dijo ella. Seguí comiendo, casi sin respirar, el hambre me mataba.
Al terminar, me di cuenta de algo; todo eso lo hice con la mano izquierda, muy natural fue mi movimiento. ¿Helena es zurda, por qué no me lo dijiste, pequeña Scarlet? Pensé, intentando hablarle, pero ella no me contestó.
-Hora de que te levantes—miró su reloj—Son las once y media de la mañana.
-¿De la mañana?... Pero, entonces dormí una hora solamente…
-No, Helena. Dormiste todo el día. Veinticuatro horas casi exactas.
-¿Enserio?
-Sí, creo que debemos relajar un poco la dosis…
-¿Cuándo puedo irme?
-Pareces una niña de quince años haciendo preguntas todo el tiempo
“Soy una niña de quince años” dije en mis adentros. Pero, obviamente eso no lo sabía la enfermera. Y claro, no podía culparla por no saber, nadie en este jodido hospital lo sabía, sólo yo.
-Tengo que. Hay muchas cosas que no recuerdo.
-está bien, pregunta todo lo que quieras. Ahora, toma—la enfermera puso una charola sobre mi regazo—Come y yo te espero.
La tomé y miré lo que me traían de desayunar: Una ensalada, una manzana un flan. Miré a mi derecha donde se encontraba ella sentada y noté que tenía una caja de jugo de manzana en la mano. Supongo que era para mí
Volví la vista a mi comida.
-Anda, no está envenenado—agregó la enfermera y soltó una risita—Es en serio. Aquí la ensalada no está podrida como en las películas.
No dije nada y tomé el tenedor de plástico. Puse un poco de ensalada verde en él y engullí. Estaba fresca y rica, como dijo ella. Seguí comiendo, casi sin respirar, el hambre me mataba.
Al terminar, me di cuenta de algo; todo eso lo hice con la mano izquierda, muy natural fue mi movimiento. ¿Helena es zurda, por qué no me lo dijiste, pequeña Scarlet? Pensé, intentando hablarle, pero ella no me contestó.
Volteé a ver a la enfermera y con un mohín me invitó un poco de ese jugo que sí se me antojaba y de inmediato acepté.
***
A las dos de la tarde, con caras llenas de asombro, el médico y las enfermeras decidieron darme de alta. Al parecer el regreso de la vida de Helena era casi un milagro.
Media hora después, bien bañada, me encontraba sentada sobre una cómoda silla de ruedas, con ropa de Helena y sus pantuflas.
8o:p>
Media hora después, bien bañada, me encontraba sentada sobre una cómoda silla de ruedas, con ropa de Helena y sus pantuflas.
8o:p>
Esta silla era divertida, movía un poco las llantas y me trasladaba rápido. Anduve por los pocos pasillos del hospital del condado, viendo de reojo a los demás pacientes casi fríos recostados en sus respectivas camillas. Unos lloraban, otros dormían. Eran los pasillos de la desolación para todos, menos para mí.
Regresé a mi habitación. Me acomodé el cuello de tortuga azul marino de mi suéter y me di cuenta que todo estaba limpio allí dentro, de nuevo. Como si yo nunca hubiera estado dentro.
Sonreí al creer que era un sueño. Pero la realidad era que al ser pequeño el hospital, las mucamas lograban cambiar y limpiar sábanas y demás en todas las habitaciones de inmediato.
~~
Sonreí al creer que era un sueño. Pero la realidad era que al ser pequeño el hospital, las mucamas lograban cambiar y limpiar sábanas y demás en todas las habitaciones de inmediato.
~~
La enfermera amable tocó mi hombro por atrás y giré la silla para verla.
-toma, se te olvidó esto—me dijo ella dándome un retrato—Se ven bien juntos…
-Ah, gracias—dije extrañada
-En unos momentos viene Gerard por ti…
Y desapareció entre la blancura del pasillo.
-toma, se te olvidó esto—me dijo ella dándome un retrato—Se ven bien juntos…
-Ah, gracias—dije extrañada
-En unos momentos viene Gerard por ti…
Y desapareció entre la blancura del pasillo.
Contemplé la fotografía. Eran Helena y Gerard. Bien, Gerard y yo, supongo que unos años atrás, pues él no se muestra como ahora, con ese cabello tan oscuro y las ojeras… En el retrato se ve feliz, más joven, incluso su cabello es verde muy rebelde y sonríe sincero. Helena está abrazándolo por atrás, en una feria…
En serio se ven contentos, pero el pueblo sigue siendo el mismo, se ve igual de frío y gris.
En serio se ven contentos, pero el pueblo sigue siendo el mismo, se ve igual de frío y gris.
Por alguna razón, una lágrima cayó sobre mi mejilla.
“Es que Helena aún extraña esa juventud” resonó la voz de Scarlet.
-¿Siento lo que elha debería sentir?—pregunté en un susurro
“Sí, es esa conexión que todas las almas que han hecho esto, como tú, odian. No les gusta sentir lo que otros deberían, pero esas son las pocas consecuencias del cambio de cuerpo, Scar. Perdón… Helena”
-Entiendo—fue lo último que dije, y dejé que mis ojos se inundaran de agua. También dejé al cuerpo llorar un poco y luego me sequé las lágrimas.
No iba a quedarme como antes con el nudo en la garganta, y este no era mi cuerpo, temía maltratarlo.
“Es que Helena aún extraña esa juventud” resonó la voz de Scarlet.
-¿Siento lo que elha debería sentir?—pregunté en un susurro
“Sí, es esa conexión que todas las almas que han hecho esto, como tú, odian. No les gusta sentir lo que otros deberían, pero esas son las pocas consecuencias del cambio de cuerpo, Scar. Perdón… Helena”
-Entiendo—fue lo último que dije, y dejé que mis ojos se inundaran de agua. También dejé al cuerpo llorar un poco y luego me sequé las lágrimas.
No iba a quedarme como antes con el nudo en la garganta, y este no era mi cuerpo, temía maltratarlo.
Dejé el retrato en mis piernas y me dirigí a la recepción. De nuevo crucé pocos pasillos del lugar y miré a los mismos pacientes sufriendo.
La entrada del hospital tenía puertas grandes de cristal. Me quedé ahí, sentada sobre la silla de ruedas a mirar el aburrido y feo paisaje del pueblo donde siempre he vivido.
Volví a juguetear con la silla. Comenzaba a aburrirme. Pero a lo lejos, entre la neblina del frío otoño ahí afuera, logré vislumbrar a un tipo alto y pálido, vestido con un smoking.
Sí, era Gerard.
Entró corriendo por la puerta de cristal y se quitó los guantes.
Me miró de soslayo y sonrió. Pero en vez de venir a mí y abrazarme, se dirigió inmediatamente al escritorio de la recepcionista y ella le dio papeles. Él firmó y después, al fin, se giró y me miró.
Me miró de soslayo y sonrió. Pero en vez de venir a mí y abrazarme, se dirigió inmediatamente al escritorio de la recepcionista y ella le dio papeles. Él firmó y después, al fin, se giró y me miró.
-¡Hola, Helenita!—saludó hincándose para verme – ¿Cómo te fue hoy en el hospital?... Ayer vine a verte en la noche, pero estabas dormida. Temí que volvieras a ser un vegetal—después de su comentario, Gerard soltó una risita nerviosa y me miró a los ojos.
Quizá esperaba a que dijera algo, pero… realmente no sabía qué contestar.
Quizá esperaba a que dijera algo, pero… realmente no sabía qué contestar.
-Qué bueno que estés aquí—fue lo único que se me ocurrió decir—Gracias por seguir cuidándome, Gerard.
-Gee—dijo él molesto
-¿Gee?
-Sí, así me llamabas. ¿Te acuerdas?
-Oh, sí, lo recuerdo—mentí—Pero…
-No te preocupes, era un chiste. Dime como quieras—Gerard me interrumpió.
-Eres raro—Comenté haciendo una mueca.
-Ya lo sabías—dijo él levantándose. Luego, ‘mi hermano’ se paró detrás de mí y preguntó--¿Lista para regresar a casa, después de un largo viaje entre sueños?
-Supongo… --dije temerosa
Y el segundo asesino de Scarlet empujó mi silla de ruedas. Pero entonces, una voz llamó su nombre.
-Gee—dijo él molesto
-¿Gee?
-Sí, así me llamabas. ¿Te acuerdas?
-Oh, sí, lo recuerdo—mentí—Pero…
-No te preocupes, era un chiste. Dime como quieras—Gerard me interrumpió.
-Eres raro—Comenté haciendo una mueca.
-Ya lo sabías—dijo él levantándose. Luego, ‘mi hermano’ se paró detrás de mí y preguntó--¿Lista para regresar a casa, después de un largo viaje entre sueños?
-Supongo… --dije temerosa
Y el segundo asesino de Scarlet empujó mi silla de ruedas. Pero entonces, una voz llamó su nombre.
-Señor, Way. ¡Señor Way!—gritaba una enfermera haciendo que Gerard volteara y se detuviera.
-¿Sí?
-No pueden llevarse la silla de ruedas. Pertenece al hospital del condado… Lo siento
“Strike uno” pensé burlándome de nuestra equivocación al creer que nos regalarían esta cómoda silla de ruedas.
-Oh. De acuerdo, pero sólo déjenme llevarla al auto, está aquí en frente. ¿Sí?—respondió hábilmente. En serio me quería cuidar…
-De acuerdo, señor Way.
-No me tardo.
-¿Sí?
-No pueden llevarse la silla de ruedas. Pertenece al hospital del condado… Lo siento
“Strike uno” pensé burlándome de nuestra equivocación al creer que nos regalarían esta cómoda silla de ruedas.
-Oh. De acuerdo, pero sólo déjenme llevarla al auto, está aquí en frente. ¿Sí?—respondió hábilmente. En serio me quería cuidar…
-De acuerdo, señor Way.
-No me tardo.
Entonces Gerard volvió a tomar los manubrios y me empujó más rápido hacia fuera del edificio.
El viento soplaba afuera, se veía que una tormenta venía en camino. Gerard me puso una cobija sobre las piernas y volvió a empujarme.
Al llegar a la puerta de su auto-que era un Lincoln clásico negro-me tomó debajo de los hombros y me ayudó a levantarme. Sólo tuve que dar algunos pasos para entrar por la puerta del copiloto.
-¡es un milagro!—gritó de repente--¡¡Ya camina!! Gracias, diosito…-- y luego comenzó a reír.
Yo lo seguí. Por todos los cielos, sus bromas me animaban.
-Cálmate, Gee. No me volví una inválida…
-Pero casi.
-Bueno, ya, ayúdame a cerrar la puerta.
Él obedeció y regresó corriendo al hospital con la silla de ruedas.
Al llegar a la puerta de su auto-que era un Lincoln clásico negro-me tomó debajo de los hombros y me ayudó a levantarme. Sólo tuve que dar algunos pasos para entrar por la puerta del copiloto.
-¡es un milagro!—gritó de repente--¡¡Ya camina!! Gracias, diosito…-- y luego comenzó a reír.
Yo lo seguí. Por todos los cielos, sus bromas me animaban.
-Cálmate, Gee. No me volví una inválida…
-Pero casi.
-Bueno, ya, ayúdame a cerrar la puerta.
Él obedeció y regresó corriendo al hospital con la silla de ruedas.
Mientras, yo me dediqué a observar su vehículo por dentro.
A decir verdad, se veía muy ordenado, para ser de Gerard. Porque todo estaba limpio, los asientos grises bien cuidados, el tablero era viejo, pero se veía servible. Los botones del estéreo sí se veían gastados, pero nada fuera de lo normal… Del espejo retrovisor colgaba un collar con un dije en forma de diamante. Y fue ahí donde recordé que Frank tenía mi dije. El que tenía forma de clave de sol y que él mismo me regaló. Tenía que encontrarle.<+o:p>
A decir verdad, se veía muy ordenado, para ser de Gerard. Porque todo estaba limpio, los asientos grises bien cuidados, el tablero era viejo, pero se veía servible. Los botones del estéreo sí se veían gastados, pero nada fuera de lo normal… Del espejo retrovisor colgaba un collar con un dije en forma de diamante. Y fue ahí donde recordé que Frank tenía mi dije. El que tenía forma de clave de sol y que él mismo me regaló. Tenía que encontrarle.
Intenté pensar qué habría pasado con él durante los últimos nueve meses sin mí, sin Scarlet.
Recordé la última vez que hablamos. Él dormía en la cama de Gerard y yo me encontraba sobre la repisa de la habitación…
Suspiré. Y luego Gerard me asustó al abrir la puerta del piloto.
-Bueno, listo. Dicen hos doctores que debes seguir reposando
-Lo sé, gracias por recordármelo—dije tajante mirando el volante.
-¿Te gusta mi nuevo auto?
-¿Es nuevo?
-Claro que sí. El otro se hizo mierda cuando… ocurrió el accidente.
-Ah—hice una pausa y lo miré—Oye
-¿Qué?
-¿Todavía… vive Frank contigo?
-Bueno, listo. Dicen hos doctores que debes seguir reposando
-Lo sé, gracias por recordármelo—dije tajante mirando el volante.
-¿Te gusta mi nuevo auto?
-¿Es nuevo?
-Claro que sí. El otro se hizo mierda cuando… ocurrió el accidente.
-Ah—hice una pausa y lo miré—Oye
-¿Qué?
-¿Todavía… vive Frank contigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario