(MCR "the kind of dirty where the water never cleans off the clothes...")
Amanecí cerca de un basurero en un callejón cuyo nombre desconozco, sentada en el suelo con la cabeza de Frank sobre mi hombro. Creo que estaba roncando. Me dolían los brazos y estaba sudando.
El sol comenzaba a salir, haciendo que el cielo tomara un color rojizo y amarillento. Me tomó muy pocos segundos darme cuenta de que enserio me encontraba cerca de un enorme bote de basura, afuera en la calle. A unos metros de mí, comenzó a sonar un celular.
El sol comenzaba a salir, haciendo que el cielo tomara un color rojizo y amarillento. Me tomó muy pocos segundos darme cuenta de que enserio me encontraba cerca de un enorme bote de basura, afuera en la calle. A unos metros de mí, comenzó a sonar un celular.
El sonido calaba mis oídos haciendo que quise tapármelos inmediatamente, tenía jaqueca. Pero no lo hice, ya que Frank se encontraba durmiendo plácidamente sobre mi hombro derecho.
Entonces me levanté dejando con mucho cuidado su cabeza sobre el suelo. Me quité la chamarra que tenía puesta desde… ¿Ayer? Y le hice una clase de almohada.
Escuché atentamente para encontrar aquél celular. No caminé mucho, hasta que me topé con un costal de papas… ¿Dentro de ese costal enserio se encontraba un celular?
No me importó mucho la idea, lo único que quería era callar el teléfono. No había sido una buena noche.
Así que lo abrí. Olía asqueroso, estaba húmedo. El celular seguía sonando haciendo que me matara el dolor de cabeza. Pero era seguro que el sonido venía de este costal.
Entonces me levanté dejando con mucho cuidado su cabeza sobre el suelo. Me quité la chamarra que tenía puesta desde… ¿Ayer? Y le hice una clase de almohada.
Escuché atentamente para encontrar aquél celular. No caminé mucho, hasta que me topé con un costal de papas… ¿Dentro de ese costal enserio se encontraba un celular?
No me importó mucho la idea, lo único que quería era callar el teléfono. No había sido una buena noche.
Así que lo abrí. Olía asqueroso, estaba húmedo. El celular seguía sonando haciendo que me matara el dolor de cabeza. Pero era seguro que el sonido venía de este costal.
Miré bien dentro, encontré un zapato, recorrí lo que había allí dentro y me encontré con un pantalón de mezclilla; busqué las bolsas y por suerte encontré el teléfono. Lo apagué y mi dolor se fue, suspiré hondo.
Pero entonces vi mis manos…
Estaban manchadas de un rojo oscuro y húmedo. Olía a algo oxidado: era sangre. Entonces metí más las manos sin ver el interior del costal de papas… Sentí un cuerpo, su torso, luego sus hombros. Metí más los brazos; el cuello, ¡Su rostro!... Su cabello.
-Sigue muerto ¿Verdad? –susurró Frank detrás de mí, haciendo que brincara del susto.
-¿Entonces sí lo asesinamos? ¡Maldita sea! Creí que había sido una pesadilla.
Yo, Scarlet, había asesinado a mi primer asesino, con el disfraz de su media hermana. ¡Pero qué cruel!
¿Y saben qué es lo peor? … Que no me siento culpable, no me duele haberlo asesinado, no me duelen los recuerdos de la noche anterior, no me hacen sentir mal. De hecho me siento más alegre, como si me hubieran quitado un peso de encima.
-Helena, creo que no debimos dormir aquí—me dijo Frank con preocupación.
-¿Por qué dormimos aquí? –Pregunté intentando recordar lo que había pasado en este callejón.
-Realmente no lo sé. Estábamos cansados de correr con ese… bulto—Frank se veía nervioso.
-No te sientas mal, Frankito—le dije intentando calmarlo—Fui yo quien lo hizo… Nadie va a hacerte daño. Te lo prometo
-¿Por qué dormimos aquí? –Pregunté intentando recordar lo que había pasado en este callejón.
-Realmente no lo sé. Estábamos cansados de correr con ese… bulto—Frank se veía nervioso.
-No te sientas mal, Frankito—le dije intentando calmarlo—Fui yo quien lo hizo… Nadie va a hacerte daño. Te lo prometo
-Helena—volvió a decir—Es la persona número tres que veo morir…
Parecía un pequeño de cinco años pidiendo amor. Su rostro estaba mojado por el sudor y un poco sucio.
Lo abracé con cariño y él también estrechó mi torso recargando su cabeza sobre mi hombro derecho.
Parecía un pequeño de cinco años pidiendo amor. Su rostro estaba mojado por el sudor y un poco sucio.
Lo abracé con cariño y él también estrechó mi torso recargando su cabeza sobre mi hombro derecho.
-Vámonos de aquí y dejemos a Gerard solo.
-¿No piensas enterrarlo dignamente?—dijo él contradiciendo mis deseos de huir respirando aún sobre mi cuello.
-Muy bien. Lo enterraremos en ese parque donde ibas a jugar con Scarlet—le dije mencionando mi fantasma para ver cómo reaccionaba. Pero en vez de sorprenderse me sonrió como si no hubiera mencionado mi propio nombre, y me tomó de la mano.
-¿No piensas enterrarlo dignamente?—dijo él contradiciendo mis deseos de huir respirando aún sobre mi cuello.
-Muy bien. Lo enterraremos en ese parque donde ibas a jugar con Scarlet—le dije mencionando mi fantasma para ver cómo reaccionaba. Pero en vez de sorprenderse me sonrió como si no hubiera mencionado mi propio nombre, y me tomó de la mano.
Juntos levantamos el saco de papas y caminamos saliendo del callejón.
*
Al llegar al parque, ese que está cerca del mini súper donde Gerard trabajaba, justo donde se encontraba el lago donde habían echado mi cuerpo.
-¿Qué hora es?—Yo cargaba mayor parte el cuerpo de Gerard, de nuevo mis manos comenzaban a humedecerse de aquella sangre pesada que solo él y Mario podían poseer.
-Como la cinco de la mañana, supongo—Frank iba adelante, casi no escuchaba su voz— ¿Por qué?
-Es bueno saber que no hay mucha gente a esta hora en el parque—dije con un tono liviano, como dije realmente no me dolía haberlo asesinado—Mira, en ese árbol a tu izquierda, ahí parece ser un buen lugar para que su cuerpo descanse.
-¿Qué hora es?—Yo cargaba mayor parte el cuerpo de Gerard, de nuevo mis manos comenzaban a humedecerse de aquella sangre pesada que solo él y Mario podían poseer.
-Como la cinco de la mañana, supongo—Frank iba adelante, casi no escuchaba su voz— ¿Por qué?
-Es bueno saber que no hay mucha gente a esta hora en el parque—dije con un tono liviano, como dije realmente no me dolía haberlo asesinado—Mira, en ese árbol a tu izquierda, ahí parece ser un buen lugar para que su cuerpo descanse.
Frank miró hacia donde le señalé y comenzó a andar camino al árbol frondoso.
Los primeros rayos de la mañana comenzaron a asomarse entre las copas de las decenas de árboles del parque del condado. Hacían que el cabello oscuro y corto de Frank brillara mucho, también dibujaban su silueta de niño adolescente mientras caminaba.
El cielo abría paso a un sol enorme y anaranjado.
Al llegar, dejamos el costal en el suelo haciendo que la tierra comenzara a inundarse de más sangre. Realmente no sé por qué salía tanta, la noche anterior su cuerpo no chorreaba así. Entonces, comenzamos a cavar un hoyo más o menos grande con nuestras propias manos. Era la primera vez que hacía algo como esto. Me dolían las uñas, los dedos de tanto cavar. Pero al final lo logramos.
-Descansa en paz, Gerard Way—murmuró Frank parado a mi lado mientras yo, agachada, bajaba aquél bulto sin vida a las penumbras de la tierra en el parque.Miré a mi izquierda, a lo lejos lograba ver el supermercado donde quizá se encontraba Mario haciendo quién sabe qué.
Al terminar de llenar el hueco de tierra, me levanté asintiendo.
-Sí. Descansa en paz. –suspiré recordando mi propio funeral—Espero llegues con los ángeles más pronto que yo—murmuré para que Frank no me escuchara.
Él se persignó y luego me abrazó con fuerza aferrándose a mis hombros como si fuera a caerse de alguna clase de precipicio.
-Vamos—Le dije avanzando mientras intentaba analizar todo lo que había pasado desde la noche anterior hasta ahora.
-Sí. Descansa en paz. –suspiré recordando mi propio funeral—Espero llegues con los ángeles más pronto que yo—murmuré para que Frank no me escuchara.
Él se persignó y luego me abrazó con fuerza aferrándose a mis hombros como si fuera a caerse de alguna clase de precipicio.
-Vamos—Le dije avanzando mientras intentaba analizar todo lo que había pasado desde la noche anterior hasta ahora.
Frank me siguió y tomó mi mano. Comenzó a llorar en silencio. Sólo escuchaba su nariz húmeda haciendo ruido.
Caminamos hasta un lugar lleno de bancas en el parque y ahí nos sentamos. Frank recargó su cabeza sobre mi hombro.
-¿Crees que hayamos hecho bien en dejarlo aquí?—preguntó él. Aún con lágrimas en los ojos.
-No lo sé—contesté quieta mirando el cielo que abría paso a un gran sol amaneciendo. El cielo era cada vez menos rojo tornándose azul.
-Tengo miedo
Lo miré de soslayo, él me estaba mirando a mí esperando alguna respuesta reconfortante. Entonces lo abracé de nuevo dejando su cabeza sobre mi hombro.
-No, Frank—dije con voz dulce—No temas, es culpa mía. Fui yo—suspiré bajando la mirada—Yo lo maté.
Se quedó callado y muy quieto por un segundo.
-¿No te duele?
Lo miré extrañada.
-¿Qué?
-Haber perdido a tu hermano después de otra pelea cotidiana—Su voz sonaba extraña sobre mi pecho. Le miré la cabeza.
-No—respondí fría.
Frank volvió a petrificarse y luego se incorporó bien para verme con cara perpleja.
-¿Por qué?—se veía alterado.
Era el momento. El momento correcto de decirle la verdad, sobre mí, sobre Scarlet y lo que pasó con el alma de Helena.
Pero no sabía cómo decírselo ¿Me creería? Supongo que era el momento de ponerlo a prueba.
-No lo sé—contesté quieta mirando el cielo que abría paso a un gran sol amaneciendo. El cielo era cada vez menos rojo tornándose azul.
-Tengo miedo
Lo miré de soslayo, él me estaba mirando a mí esperando alguna respuesta reconfortante. Entonces lo abracé de nuevo dejando su cabeza sobre mi hombro.
-No, Frank—dije con voz dulce—No temas, es culpa mía. Fui yo—suspiré bajando la mirada—Yo lo maté.
Se quedó callado y muy quieto por un segundo.
-¿No te duele?
Lo miré extrañada.
-¿Qué?
-Haber perdido a tu hermano después de otra pelea cotidiana—Su voz sonaba extraña sobre mi pecho. Le miré la cabeza.
-No—respondí fría.
Frank volvió a petrificarse y luego se incorporó bien para verme con cara perpleja.
-¿Por qué?—se veía alterado.
Era el momento. El momento correcto de decirle la verdad, sobre mí, sobre Scarlet y lo que pasó con el alma de Helena.
Pero no sabía cómo decírselo ¿Me creería? Supongo que era el momento de ponerlo a prueba.
Suspiré dándome fuerzas y algo de valentía para lograr confesar los raros acontecimientos desde la última vez que me había presentado ante Frank como un simple fantasma.
-Scarlet—Solté de repente. Fue lo primero que me vino a la cabeza y lo primero que salió de mi boca.
Frank me miró con los ojos abiertos como platos, comenzó a temblarle el mentón y sus ojos avellana volvieron a mojarse, pero sin soltar alguna lágrima.
Frank me miró con los ojos abiertos como platos, comenzó a temblarle el mentón y sus ojos avellana volvieron a mojarse, pero sin soltar alguna lágrima.
- ¿Qué… Qué dijiste?
-¿Alguna vez viste lo azul que es el cielo?—le comenté evadiendo la pregunta. Qué rápido lograba acobardarme.
Al parecer Frank también se sentía incómodo al hablar de mí, pues miró el cielo.
-Una vieja amiga me dijo que cuando llovía, era porque mi madre lloraba—Sonrió y sus ojos brillaron—Ahora no sé dónde está ella.-¿Alguna vez viste lo azul que es el cielo?—le comenté evadiendo la pregunta. Qué rápido lograba acobardarme.
Al parecer Frank también se sentía incómodo al hablar de mí, pues miró el cielo.
Siguió con la mirada clavada en el cielo como si buscara algo entre las nubes. Segundos después su rostro se tornó triste de nuevo.
-¿Quién?—le interrumpí--¿Quién “ella”, tu madre o… tu amiga?
-Oh—entonces volvió a mirarme a los ojos. Él siempre me habló a los ojos—Pues, no sé dónde está mi amiga.
-¿Quieres ir a buscarla?—pregunté haciendo como que no conocía el tema.
-No—me sonrió comprensible—Ella falleció.
-Scarlet—volví a soltar de repente.
-Sí, ella. La mencionaste hace un rato.
-¿Era el fantasma del que siempre hablaste? ¿El mismo fantasma que hizo que Gerard te llevara a terapia?
-Sí…--su cara volvió a mostrarme intriga-¿Cómo sabes eso?
-Si supieras—le dije misteriosa
-Tu sí me crees ¿Verdad?
-Claro que te creo—le dije tomándole las manos. –Vamos
-¿A dónde?
-A mi casa—le dije confiada.
-¿Regresaremos por nuestras cosas?
-No.—dije soltando una risita—A esa casa no. A mí hogar original.
-¿Hasta New Jersey?
-no—repetí—A un lugar que visitabas cuando eras pequeño.
La iba a llevar a mí casa, a casa de Scarlet. Desde que había fallecido nunca había entrado a mi propia habitación y tuve ganas de compartir los recuerdos con mi Frank.
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